Los concellos arousanos renuncian a renovar sus planes urbanísticos

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Muchos gobiernos optan por no agitar un asunto que suele acarrear disgustos con los vecinos y desatar una auténtica pesadilla administrativa trufada de todo tipo de leyes

29 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Al gobierno local de Vilagarcía se le ha atragantado el proceso de revisión del Plan Xeral de Ordenación Municipal. El equipo del socialista Alberto Varela había llegado con ganas de meter mano a un asunto que llevaba cuatro años olvidado, pero no le ha acompañado la suerte en su empeño. El PXOM se ha convertido en el talón de Aquiles del ejecutivo socialista. No es Vilagarcía la primera localidad que se encuentra con este tipo de obstáculos. De hecho, son varios los municipios arousanos que han empezado a tramitar sus planeamientos urbanísticos y que, a base de tropiezos, han perdido todo su entusiasmo en esa cuestión.

En esa tesitura se encuentran los ayuntamientos de Catoira y Vilanova. Alberto García, el regidor del Baixo Ulla, apenas contiene su indignación cuando habla de este asunto. El PXOM local sigue su lenta tramitación, dice. «É desesperante. Que os concellos estean sen PXOM é culpa da Xunta, que non fai máis que poñer atrancos», afirma el alcalde socialista, Alberto García.

El regidor de Vilanova, Gonzalo Durán, asegura que en sus planes no entra, de momento, retomar el planeamiento urbanístico. «Lo teníamos hecho, consensuado con los vecinos, y la Xunta de Touriño nos lo tumbó. Ahora no hay solicitudes de licencias que hagan necesario abrir nuevas bolsas de suelo», señala Durán. El documento abortado en su día «no tenía ningún problema, pero lo pararon en Santiago», insiste el alcalde popular, que está convencido que tras aquel desplante no había otra razón que la diferencia de colores políticos. En Cambados, la redacción del PXOM no entra, directamente, en la agenda del cuatripartito.

Pero parece que los problemas que rodean la tramitación y aprobación de documentos urbanísticos van más allá de las disputas partidistas. Los concellos de Valga, Pontecesures, Ribadumia, Meis y Meaño sí llegaron a aprobar en su día planes de ordenación. Pero el tiempo ha pasado, los marcos normativos han cambiado y eso ha hecho que surjan disfunciones que habría que corregir. Sin embargo, dar ese paso le cuesta, y mucho, a los regidores. José Luis Pérez Estévez, el regidor de Meis, está convencido de que el PXOM de esta localidad tiene que ser actualizado porque «hay cosas pequeñas, como tema de anchos de viales, que con el tiempo ves que habría que modificar». Pero el asunto, de momento, no está sobre la mesa. En Meaño ocurre otro tanto. La alcaldesa Lourdes Ucha está convencida de que hay cosas que cambiar en un PXOM que fue aprobado en el año 1999. Pero abrir ese melón supondría modificar aspectos, como el de los núcleos rurales, «que están mellor agora do que ían estar se o adaptamos á nova lei». Así que, en principio, el tema urbanístico se queda «parado». Y las modificaciones que urja realizar se abordarán mediante modificaciones puntuales.

Por último, el extraño caso de A Illa. El alcalde de esta localidad, Carlos Iglesias (PSOE), asegura que el planeamiento redactado y aprobado en el año 2002 aún responde a la perfección a las necesidades de la localidad. «Segue a ser unha ferramenta útil», indica. El PXOM, que reconoce «moi proteccionista», permitiría construir en algunas zonas vedadas por el Plan do Litoral, una «flagrante animalada de ordenación que nos deixa fora de desenvolvemento hectáreas de urbano consolidado nas que, segundo o PXOM, se podería construír».

El PXOM que se iba a redactar en nueve meses y que lleva quince años dando vueltas en O Grove

En el año 2002, el entonces todopoderoso conselleiro Cuíña Crespo ordenaba anular unas normas urbanísticas que, a su juicio, no protegían los valores de O Grove y contribuían a que el feísmo se extendiese por esta localidad. La medida, en pleno bum del ladrillo, generó un auténtico terremoto político y social que Cuiña quiso zanjar asegurando que el municipio meco tendría un PXOM en un plazo de nueve meses. «Non sabe como son as cousas no Grove», decían entonces, fuera de micrófono, algunos políticos locales. El tiempo les ha dado la razón. Han pasado más de quince años desde aquella aventura, y la península meca sigue sin planeamiento. Y no es porque no se haya intentado: sí se ha hecho. Pero hablar de estos asuntos en tierras mecas es complicado. Un desliz en esta materia puede costar una alcaldía.

Bien lo sabe Miguel Pérez (PP), que en dos de sus mandatos intentó sacar adelante el planeamiento urbanístico y, en ambos casos, se encontró con una contestación social de tal magnitud que esos documentos fueron devueltos al cajón de la alcaldía. José Cacabelos, el actual regidor socialista, recogió el documento aprobado inicialmente por su antecesor, ha incluido en él todas las alegaciones presentadas por los vecinos y ha iniciado un peregrinaje por los barrios para explicar sus bondades. De esa manera pretende sacar adelante el PXOM sin someterlo a una segunda exposición pública. No parece que lo vaya a tener fácil, porque la oposición no comulga con esa idea. Ni siquiera pese a la promesa del regidor de que, así, el PXOM podría salir adelante en breve.