Mar Castro ya despacha por internet el 80 % del género de su tienda situada en Cambados
30 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Mar Castro creció entre telas. A los 14 años ya se pasaba las tardes en la tienda de su madre Tejidos Rosita (Cambados) e intuía que aquel iba a ser su mundo. No se equivocaba esta meañesa de Padrenda. Estudió patronaje y diseño y se hizo con las riendas de un negocio que poco tiene que ver con aquel que abrió sus puertas en la calle Albariño hace 32 años. De despachar el género en el mostrador ha pasado a vender el 80 % de sus artículos vía online. La revolución digital llegó a Tejidos Rosita hace tres años coincidiendo con la pandemia, y lo hizo para quedarse.
Mar Castro empezó tímidamente a colgar fotos en Facebook y hoy está, además, en Instagram, TikTok y Youtube, dispone de una web que actualiza puntualmente con vídeos y fotografías y tiene su propia plataforma digital, a la que están abonadas 55 usuarias —los hombres todavía frecuentan muy poco estos territorios—.
En los vídeos ofrece una clase exprés de corte y confección, mostrando, por ejemplo, como se elabora un albornoz desde el patrón, sobre el papel, hasta que le pone el cinturón. Después, Mar se lo viste para que sus seguidoras vean como le sienta, es decir, se convierte en modelo de sus propias creaciones, y cada jueves asoma en directo por Facebook para mostrar las prendas que elabora en su taller, alcanzado alguna de sus apariciones las ocho mil visualizaciones.
Nunca se había imaginado que su carrera profesional iba a evolucionar por estos derroteros, pero Mar Castro es de las que no se amilanan ante los nuevos retos y si hay que desfilar para vender sus telas, se atreve. Confiesa que al principio le costó esta exposición pública, pero al cabo de tres años ha superado los nervios iniciales y tan pronto posa divertida vestida de flor de pascua en Navidad como de bruja en carnaval.
Se trata de mostrar el género de su tienda y que mejor manera que hacerlo sobre la piel. «É a mellor forma de ensinar os tecidos e a caída que teñen. Moita xente di que os pantalóns da modista non sentan ben, cren que as modistas só están para facer faldas rectas e remendadas, pero non é así».
Ella lo demuestra confeccionando un pantalón de Damasco, una chaqueta de lentejuelas o un pijama. Una buena modista puede hacerlo todo y por tejidos no va a quedar porque en Rosita están a la última y se preparan para cada época del año. Están especializadas en ceremonias y fiestas, aunque en Entroido su escaparate se viste con caretas y en diciembre con telas decoradas con acebos, estrellas y bolas que están llegando a muchos hogares en forma de delantal. Su propuesta de mandiles navideños para regalar está triunfando y, una vez más, su principal aliado es internet.
Poco vende ya por mostrador, de hecho Mar Castro cierra algunos días la tienda física y la tendencia va por ese camino «porque non me queda tempo para máis». Grabar los vídeos, gestionar la plataforma y atender el grupo de WhatsApp de sus «chicas prime» —a través de la cual ofrece asesoramiento personalizado sobre confección y diseño— le lleva su tiempo, y está demostrado que resulta más rentable que sentarse a esperar a que alguien abra la puerta. La empresaria lo tiene claro, el futuro de su negocio pasa por el soporte digital, aunque no todo depende de las ventas online.
Cada vez hay menos modistas y, sin manos que cosan, ¿quién va a comprar sus telas?. «É un oficio que se vai perdendo. Si, hai academias, pero son poucas as que o fan ben», se lamenta. Esto, unido a que la ropa a medida es más cara, le obliga a buscar reclamos para captar clientela que vista sus tejidos. En estos tiempos globalizados, en que la ropa se hace en serie con ínfima calidad, no todo el mundo encuentra un vestido o un pantalón con el que se sienta bien, y para esas personas las modistas pueden ser una opción. «Non todos os corpos son perfectos e nós traballamos para os corpos imperfectos». Mar ya solo cose para sí mima, pero, afortunadamente, hay muchas aficionadas que hacen su propia ropa y siguen acudiendo a Tejidos Rosita para llenar el armario. Mar Castro las espera al otro lado de la pantalla.