Hemeroteca | Encerrados en un colegio de Vilagarcía para exigir mejoras

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

J.L.ABALO

Los progenitores del centro de A Escardia decidieron tomar en 1991 la vía más extrema para que se atendieran sus reclamaciones y se mejorara el entorno de un edificio que se había inaugurado unos meses antes

04 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Septiembre del año 90 del siglo pasado parecía un buen mes para la educación en Vilagarcía. Abría, por fin, el colegio de A Escardia, que unido a la apertura unos meses antes del de O Piñeiriño, contribuía a aliviar la masificación que sufrían los centros escolares de A Lomba. No fue fácil para los vecinos conseguir que se construyeran y no fue agradable tampoco la resaca de su edificación. En O Piñeiriño, aquellos hangares metálicos que ejercieron de aulas durante un tiempo se convirtieron más tarde en lugar de refugio de gente de mal vivir y lo que ahora es el parque del populoso barrio vilagarciano tardó muchos más meses de lo previsto en ser construido. En A Escardia, el pésimo estado del entorno del centro educativo llevó a que los progenitores se movilizaran de una manera extrema.

Al poco de ser inaugurado, la Federación de APAs de O Salnés denunciaba el mal estado de los accesos. Uno de ellos, por ejemplo, estaba inutilizado por las obras de un solar anexo cuya maquinaria llegaba a ocupar la zona impidiendo que los alumnos pudieran llegar al centro con todas las garantías, además de limitar el acceso de los autobuses a la entrada principal al colegio. El PSOE también preguntó por ello en el Concello, pero en ninguno de los dos casos las reclamaciones tuvieron éxito.

Pasó el primer curso al completo y buena parte del segundo cuando los progenitores dijeron basta. A principios de abril del año 1991 decidieron encerrarse en el colegio para intentar que sus reivindicaciones no cayeran en saco roto. Sus peticiones eran claras: lograr accesos dignos al colegio, que hubiera vigilancia policial a la hora de entrada y de salida, y la retirada de la chatarra que estaba en un solar anexo al centro escolar. Allí estaban esparcidos camiones oxidados, máquinas de asfaltar y multitud de objetos más sin siquiera una valla que impidiera el acceso a la zona.

«La entrada es magnífica»

En un primer momento, José Luis Rivera Mallo (PP), que era entonces el alcalde de Vilagarcía, dijo que no estaba dispuesto a entrar en ningún tipo de polémica. «La entrada es magnífica y los chavales de la zona prácticamente no tienen que andar para acceder al centro», dijo, además de apuntar que técnicos acudirían a Vilagarcía para estudiar la seguridad con el tráfico —apenas unos días antes había sido atropellada una alumna— y que el material que estaba depositado en la finca no suponía ningún riesgo para el alumnado.

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Los progenitores contaron desde el principio con el apoyo de los vecinos de Os Duráns, que ya habían denunciado la presunta ilegalidad de un edificio que se estaba construyendo en la zona. Rivera Mallo aguantó un par de días el envite y luego envió un escrito a los progenitores aceptando algunas de sus reivindicaciones. Llegó el texto apenas unas horas antes de que la comunidad escolar de A Escardia realizara una concentración de protesta ante el Concello, ya con los ánimos caldeados ante lo que hasta ese momento había sido poco más que silencio por parte del gobierno local. El escrito, de todas formas, no era un salvoconducto para el regidor, al que desde la AMPA exigieron una reunión para detallar las mejoras. La más importante, la colocación de una valla que delimitara el acceso al solar en el que estaba la maquinara de obra.

J.L.ABALO

La fumata blanca llegó a finales de abril. Fue entonces cuando Rivera Mallo se comprometió a atender en un corto espacio de tiempo las peticiones de los progenitores y que fueron, fundamentalmente, el asfaltado del camino de A Escardia y de un tramo de la rúa Santa Lucía, para conseguir que la entrada principal al centro fuera por allí, el vallado de la finca en la que estaba depositado el material de obra y que el cruce de O Ramal estaría vigilado a la hora de entrada y salida de los alumnos por efectivos de la Policía Local, además de la construcción de una acera en la zona en la que se estaba alzando un nuevo edificio. El alcalde aseguró que el Concello siempre había tenido voluntad de garantizar la seguridad del alumnado. «Creo que con esto, el problema está absolutamente resuelto», concluyó