Un viaje en el tiempo y una vuelta al mundo desde O Cavadelo

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La Nao Victoria ha cruzado un océano de tiempo para arribar a Vilagarcía, donde podrá ser visitada por el público hasta el próximo martes

13 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El jueves por la tarde, Vilagarcía estrenaba sus fiestas patronales. Todos los rostros se giraban hacia el Concello, donde Xoanqui Ameixeiras leía el pregón, hacia la plaza de España y la ofrenda floral, hacia el parque de A Xunqueira y la música de La La Love You. Con la atención repartida entre las citas del programa festivo, la llegada al pantalán de O Cavadelo de la Nao Victoria pasó desapercibida. El barco, soberbio, entró en el puerto y esperó tranquilo la llegada de un nuevo día. Y entonces fueron muchas las miradas que quedaron prendidas de una nave que parece haber cruzado océanos de tiempo para llegar justamente hasta aquí.

Por supuesto, es una ilusión. La Nao Victoria que visita Vilagarcía no fue la que permitió Juan Sebastián Elcano completar, hace 500 años, la primera vuelta al mundo de la historia, emprendida por Magallanes. El barco que podemos ver y visitar se construyó para la Expo de Sevilla y es una réplica del utilizado en aquel viaje que arrancó en la ciudad hispalense en 1.519 y que terminó en el mismo punto tres años después. Comenzó la travesía con cinco barcos y 245 tripulantes: volvieron el Victoria, 18 hombres y una buena carga de especias.

La Nao Victoria que llega hasta nosotros ofrece una oportunidad inmejorable de asomarnos a una historia que sus tripulantes narran con una pasión y una viveza increíble. Es probable que nos sorprenda, de entrada, el tamaño del barco, tan pequeño para darle la vuelta a un globo que hace cinco siglos nadie conocía. En el buque, solo Elcano tenía un camarote. Desde él veía el puente de mando, desde donde los destinos de la nave se dirigían con un pinzote —la rueda del timón, entonces, no existía—. La puerta del camarote es bajita: en el siglo XVI la gente no era demasiado alta. «De hecho, a la Patagonia se le llama así porque la gente de allí les parecía muy alta a los descubridores, y les llamaron patagones», explica la guía de la Nao Victoria.

Visitas y travesía a Vigo

Hasta el próximo martes, la Nao Victoria se puede visitar en O Cavadelo de 10 a 13 horas y de 15 a 21 horas. Los niños de menos de cinco años entrarán gratis; de cinco a diez pagarán tres euros, y a partir de esa edad el precio será de cinco euros por cabeza. También hay la opción de navegar entre Vilagarcía y Vigo el día 17, un plan que cuesta 120 euros —ayer solo quedaban dos entradas disponibles—.

Acompañados por su narración, seguimos recorriendo el barco hecho con madera de pino y esqueleto de roble, que en el 2004 imitó a la nave original y dio la vuelta al mundo. Vamos a la bajocubierta, donde en su momento solo tenían el privilegio de resguardarse del frío y la lluvia los mandos del barco. Allí podían sentarse a la mesa para comer el pan abizcochado que se conservaba doce meses, las legumbres, los encurtidos y los embutidos. También pasamos por la cubierta, donde se hacinaba la tripulación —la soledad, a bordo de aquellos barcos, era un privilegio— y donde nos esperan viejos aparejos de navegación similares a los que se utilizaban en el siglo XVI: una sonda y una corredera, el utensilio que se usaba para medir la velocidad y del que hemos heredado la unidad de medida de los nudos náuticos. Luego bajamos a la bodega, cuya configuración ha sido alterada para adaptar la nave la presente. Porque este barco tiene, convenientemente disimulados, todos los elementos de navegación que se utilizan en el siglo XXI, y hasta unos motores que le garantizan poder salir bien parado de situaciones peliagudas.

Sobre el barco podemos imaginarnos la intensidad de aquel viaje de hace 500 años: el hambre, los barriles de vino «para mantener tranquila a la tripulación», el escorbuto, los motines... Y en algún rincón podemos visualizar, como un fantasma, al grumete que empezó la aventura con siete años y la terminó con diez. Cuando fue a cobrar el salario adeudado, tuvo que acompañarla su madre. Para recibir su dinero seguía el rapaz siendo un niño.