El incendio de Xiabre barrió un frente de cuatro kilómetros

Serxio González / Leticia Castro VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

El fuego evoluciona hacia su estabilización sin amenazar ya a núcleos poblados

17 sep 2023 . Actualizado a las 20:02 h.

Ayer, a las siete y media de la tarde, se cumplían 48 horas desde el inicio del fuego que ha asolado 450 hectáreas de monte en Xiabre. Fue entonces cuando la Consellería de Medio Ambiente difundió su último balance sobre el incendio. El departamento autonómico explica que, aunque continúa activo, se ha levantado el nivel 2 de alarma, que el siniestro evoluciona de forma favorable hacia su estabilización y que no amenaza ya a ningún núcleo de población. En cuanto al dato sobre la superficie quemada, se trata de un cálculo provisional a la espera de una comprobación detallada.

Que las cosas mejoren no significa que se hayan solucionado. De hecho, ayer nadie levantó la guardia. Especialmente en Vilagarcía, que, como acostumbra a suceder cuando las llamas prenden en Saiar, por mucho que pertenezca a Caldas de Reis, se ha llevado la peor parte del siniestro. La descripción que Medio Rural hizo del operativo que seguía en marcha fue lo suficientemente significativa e incluyó a seis técnicos, catorce agentes, 51 brigadas, cuarenta motobombas, dos unidades técnicas de apoyo, cinco palas, siete aviones y once helicópteros, que sobrevolaron los puntos todavía calientes Ni el servicio municipal de Emerxencias ni los bomberos descuidaron tampoco sus tareas.

Un recorrido por las zonas calcinadas revela hasta qué punto un fuego impulsado por el viento del nordés puede hacer de las suyas sobre un terreno privado durante semanas, por no hablar de meses, de lluvias que merezcan tal nombre. Las llamas no solo cercaron el polígono empresarial de O Pousadoiro. También saltaron sin ningún problema la carretera que comunica Vilagarcía con Caldas, hasta golpear Aldea de Arriba, y devoraron amplios trechos de monte arbolado a ambos márgenes de la circunvalación norte, en torno al lugar en el que las dos vías se comunican a través de dos rotondas.

En su avance hacia la falda sur de Xiabre, las llamas dibujaron un frente de cuatro kilómetros. Desde O Pousadoiro hasta las inmediaciones del área de Fontefría, que por fortuna no ardió, aunque algunas de sus frondosas más jóvenes muestran cicatrices de la exposición a temperaturas demasiado altas. La pista que ejerce como frontera entre Saiar y Cea, ya en Vilagarcía, permite contemplar los efectos del fuego en toda su devastadora potencia. Una prometedora plantación de castaños, especie que siempre es de agradecer, se ha arruinado. La vegetación que cubría el castro que dio nombre a Castroagudín fue devorada por el fuego. Y aquí y allá, entre los esqueletos carbonizados de eucaliptos y pinos, se elevan columnas de humo que brotan de la tierra abierta y ennegrecida. En algunos casos, hasta el punto de requerir que una cisterna se abra paso hasta ellas para evitar que el viento avive sus rescoldos.

La advertencia del 2006

Lo peor del fuego ha afectado a la cuenca desde la que el embalse y el río de O Con reciben las aguas de Xiabre. La lección del 2006 no debería olvidarse en ningún cajón. Entonces, a un incendio devastador le siguieron unas lluvias torrenciales, que arrastraron tierra y madera muerta hasta desencadenar las peores inundaciones que se recuerdan en Vilagarcía. Un pequeño grupo de caballos que pastan más allá de Fontefría es lo único positivo que se puede extraer de esta primera inspección. Porque la amenaza del fuego, aunque se traslade, no cesa. Ayer por la tarde se declaraba otro incendio. En este caso, en la zona de O Piñeirón, en O Grove, movilizando a los servicios de emergencias.

Martina Miser

«Non se pode facer prevención se non deixan limpar o monte»

«Os nosos avós, entre as vacas e as ferramentas de labranza facían prevención de incendios sen ter que petar en portas pechadas que nunca se abren», conta Manuel Castro, presidente da Comunidade de Montes de San Vicente, en O Grove. Coméntao logo de ver dende a casa como os lumes queimaban sen control Xiabre ou Boiro, algo que podería ocorrer tamén na localidade, pois hai zonas comunais nas que non puideron acometer limpezas, a pesares de obter subvencións para maquinaria por parte do Goberno galego para facelo.

Refírese Castro á Coviña do Inferno, unha paraxe que, alerta o comuneiro, corre risco de queima, pois está atestada de acacias invasoras. A limpeza non se levou a cabo porque, segundo explica, Medio Ambiente denegou o permiso: «Din que hai que facelo á man, que non pode entrar maquinaria, e dende os despachos é moi fácil dicir que non, pero despois pasan estas desgrazas».

Os comuneiros teñen en marcha un proxecto de silvipastoreo que fai que as vacas cachenas teñan o monte limpo de broza, algo que sería factible tamén nese terreo, «se se puidese acceder a el». Castro cre que esa sería a mellor maneira de se preparar contra as vagas de incendios, estragando menos cartos en apagar os lumes con motobombas ou hidroavións, «manter os animais no monte». Así, explica, era como o facían os seus maiores, sen medios millonarios, «porque o monte era o banco no que os labregos gardaban os aforros, non era un custo, era unha renda». Pero hoxe os veciños tampouco limpan os montes: «É caro, e ademais un gasto sen retorno», apunta, e as Administracións tamén poñen trabas.