«El choque con la batea equivale al de una moto contra un muro a 40 kilómetros por hora»

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La embarcación de recreo sufrió el impacto contra la batea en la zona de proa
La embarcación de recreo sufrió el impacto contra la batea en la zona de proa MONICA IRAGO

Uno de los hombres que auxiliaron a las víctimas relata que el accidente mortal de A Illa fue el más duro al que ha asistido en cuarenta años de navegación en la ría de Arousa

25 jul 2022 . Actualizado a las 21:59 h.

El accidente en el que un hombre que navegaba en una embarcación de Cabo de Cruz perdió la vida este sábado en aguas de A Illa mantiene conmocionada a la ría de Arousa. Sus cinco tripulantes fueron auxiliados de inmediato por los ocupantes de dos barcos que se hallaban en las inmediaciones de Punta Cabalo, lugar en el que la lancha de recreo colisionó contra una batea, a los que se unió un tercero en cuestión de minutos. Su patrón fue una de las personas que atendió a los heridos en primera instancia. Aunque prefiere no dar su nombre, sí accede, 24 horas después, a relatar cómo transcurrieron aquellos instantes iniciales. Sobre todo, «para que la gente cobre conciencia de que el mar es algo muy serio». «Eso —asegura— no quiere decir que yo mismo no pueda sufrir un accidente; de hecho, los he sufrido el primero y me he llevado sustos, aunque por fortuna no han sido graves. Precisamente por ello, se trata de extremar el cuidado ante lo que puede suceder».

Lo primero que quiere aclarar es que él no asistió al momento en el que la lancha de recreo, de algo más de cinco metros de eslora, se estrellaba contra la mejillonera. «Habíamos estado en la procesión del Carmen, pero nos habíamos alejado hacia Areoso. Entonces escuché cómo alguien llamaba a Salvamento Marítimo por el canal 16 de VHS desde un lugar próximo y acudí». No puede, por lo tanto, precisar qué sucedió, como sí hizo otro de los navegantes que habían alcanzado Punta Cabalo y difundió un audio en el que atribuye lo ocurrido a un despiste de quien manejaba el timón del barco recreativo.

Cuando llegó al escenario de la colisión, allí estaban ya otras dos embarcaciones. «Creo que uno era un barco de Boiro que hace recorridos por la ría y debió ser el que sacó la lancha que se había estrellado de debajo de la batea. El otro estaba hablando, comunicándose». De inmediato comprobó la gravedad del estado del tripulante que se había llevado la peor parte en el impacto. «Estaba consciente aún, pero muy mal; le abrí la camisa y él mismo notaba que los pulmones se le estaban encharcando. Llamé de inmediato a Salvamento Marítimo».

El helicóptero Pesca I de Gardacostas de Galicia, con base en Vigo, despegó con rapidez para dirigirse al mar de Arousa, y poco después lo hizo también otro helicóptero, del 061. Pero el tiempo apremiaba, y los tripulantes de las embarcaciones particulares que atendían a las víctimas del accidente eran conscientes de que cada segundo contaba. Así que decidieron remolcar la lancha siniestrada hasta el muelle de O Xufre, en A Illa, con los heridos a bordo. «Al hombre que iba peor se le hacía el boca a boca, pero ya quedaba claro que estaba en parada cardiorrespiratoria». Junto a él, también tendido, uno de sus compañeros mostraba importantes dificultades para respirar. Sufría una fractura abierta en uno de sus brazos y, probablemente, roturas en varias de sus costillas.

Al tocar tierra, una ambulancia del 061 había llegado ya O Xufre, junto al médico que el sábado prestaba sus servicios en el punto de atención continuada de Cambados. «Lamento muchísimo que toda la prisa que nos dimos no sirviese para salvarle la vida, aunque por lo menos sí para que su compañero recibiese atención». Fue este segundo herido a quien el Pesca I trasladó sin demora al hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo.

Quien relata estos hechos lleva ya más de cuarenta años navegando el mar de Arousa. «He visto accidentes y embestidas. La de un yate, por ejemplo, que se subió a una batea de Cambados cuando se dirigía a Ribeira por la noche y venía del Albariño. Pero, en todo este tiempo, nunca uno así de duro».

En la ría se comenta que la lancha recreativa podía navegar a unos 15 o 20 nudos en el instante de la colisión. Este cálculo merece una reflexión: «A esa velocidad, en una lancha de proa abierta como aquella, para quien vaya allí el choque con la batea equivale al de una moto directa contra un muro a 30 o 40 kilómetros por hora. Casi mortal de necesidad».