La Feria del Libro y la cola del Froiz

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre EL CALLEJÓN DEL VIENTO

AROUSA

Martina Miser

El evento vilagarciano es una mezcla de las ferias de Madrid y Guadalajara en pequeñito

30 jun 2022 . Actualizado a las 13:53 h.

Me dedico a tres actividades en peligro de extinción: los libros, los periódicos y el teatro. Son tres anacronismos que resisten a los agoreros desde hace miles de años, el teatro; desde hace casi 600 años, el libro impreso, y desde hace 320, el periódico. ¿El teatro está en crisis?, me preguntan en los medios cada 27 de marzo. ¿Resistirá el libro en papel más allá de mediados de siglo?, me preguntan en las ferias del libro. ¿Tiene los días contados el periodismo escrito?, me preguntan los asistentes a conferencias en las casas de cultura de pueblos perdidos.

Y a todos respondo que no hagan conjeturas vanas ni sean agoreros, que no se alarmen si les gustan el teatro y los libros y los periódicos en papel porque sigue habiendo miles de apasionados del teatro que se puede ver, escuchar y sentir y del libro y del periódico que se pueden tocar. A los hechos me remito: ahí está la Feria del Libro de Vilagarcía.

 Vaya por delante que Vilagarcía de Arousa ha organizado una gran Feria del Libro. Y sé de lo que hablo porque llevo desde 2019 haciendo bolos cada primavera de feria del libro en feria del libro. En doce ferias del Suroeste he actuado presentando cuatro libros, desde la de Sevilla hasta las de Cáceres y Badajoz, y la de Vilagarcía tiene un nivel similar a las otras por la presencia de autores y superior por la originalidad de sus propuestas culturales y sus actividades. ¿En qué feria de España presenta Manuel Jabois su Miss Marte en una isla a la que los espectadores acuden en barca?

La Feria del Libro es como ir a un concierto en lugar de escuchar Spotify, como cuando mi compañero y amigo Roberto Vidal iba a impartir clase de matemáticas en bicicleta al IES Bouza Brey, como enamorarte de una muchacha a la que has conocido en la cola del Froiz en lugar de ligar por Tinder. Las ferias del libro son un anacronismo. Parecía que se iban a acabar, que no tenía sentido comprar libros de papel cuando era posible tener el libro infinito borgiano en una tableta. Pero ahora hay miles de ciclistas yendo a trabajar como Roberto Vidal, los conciertos llenan las plazas y Tinder provoca más desengaños y amores ridículos que el ligar antiguo, pero seguro de la cola del Froiz.

El libro lleva 4.000 años buscando la manera perfecta de llegar al lector. Lo ha intentado en tablillas, en papiros, en pergaminos, en papel, en pantalla… Y ahí sigue, resistiendo, pero reafirmándose en el soporte encuadernado, aunque los trabajadores finlandeses de las celulosas se pongan en huelga, eso se sume a la guerra de Ucrania y los precios del papel se disparen. Es lo mismo, se prescinde de la tapa dura, se ajustan las tiradas y adelante. Mi última novela, segunda de una trilogía, tiene más de 700 páginas. Acabo de firmar el contrato de la tercera y mi editor me ha pedido que no supere las 500. No hay problema, si hay que ahorrar un poco de ficción para ahorrar un poco de papel, se ahorra y no pasa nada. Todo sea por el libro.

Hay ferias culturales, la más interesante e importante es la de Guadalajara (México). Hay ferias profesionales, la de referencia es la de Francfort. Y hay ferias como la de Madrid, de paseantes que hojean, ojean, compran, hacen cola para firmar, charlan unos segundos con su autor y se van. La Feria del Libro de Vilagarcía es una mezcla de Madrid y Guadalajara en pequeñito, pero con un encanto especial porque si no, no hubieran comprometido su presencia Javier Cercas, Manuela Carmena, Manuel Jabois, Blue Jeans, Ángel Martín, Yolanda Castaño, Marwan… Para atraer a esa selección de escritores no basta un buen presupuesto, hay que presentarles un programa estimulante y esos intangibles que convencen para hacer el viaje y atender colas de lectores que quieren hacerse un selfi contigo y convertir un libro en un objeto precioso con firma.

El libro… Objeto precioso… Decían al comenzar este siglo que desaparecería derrotado por un futuro llamado libro electrónico, pero el futuro se ha quedado antiguo como está demostrando la feria vilagarciana. Los defensores a ultranza del libro electrónico presumen de tener cuatrocientos, quinientos libros guardados en su aparato, pero qué más da poseer cuatro o cuatrocientos si no los lees. Pierre Bayard ha escrito un libro titulado Cómo hablar de los libros que no se han leído. Parece ser que no es difícil. Resulta incluso más fácil decir generalidades sobre lo no leído que sobre lo leído.

El libro mantiene un prestigio que empuja al ser humano a presumir de lecturas y esa vanidad se alimenta con la cantidad: asombra el papanatas que anuncia tener quinientos libros en su tableta. Pero más asombra quien lee en silencio y no lo cuenta porque la cultura es lo que queda después de haber leído muchos libros y haberlos olvidado.

Como ven, resisten los libros encuadernados, los periódicos en papel, el teatro… La Feria del Libro de Vilagarcía nos ha situado en la ruta estelar de los escritores, los libreros y los editores. No hay crisis del libro, del teatro ni del periodismo. Y si la hay, la superaremos leyendo.