Un error de cita médica aboca a una chica con un tumor a una espera angustiosa

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

La falta de noticias del hospital llevó a la paciente a recurrir a la sanidad privada. El Sergas considera que se actuó de forma «correcta»

18 ago 2022 . Actualizado a las 18:28 h.

La espera por un diagnóstico puede ser lo peor en la enfermedad, y si hay un tumor de por medio y los resultados de las pruebas se retrasan demasiado, la angustia se apodera del paciente y de sus familiares. Esto es lo que ha pasado en la casa de Andrea Hermida Loureiro, una chica de 16 años que vive en Cambados y estuvo meses esperando por un diagnóstico del Sergas. Cinco meses, en concreto, desde que el 22 de octubre fue operada en el Hospital do Salnés de un nódulo tumoral en el brazo izquierdo.

Todo empezó en el verano, cuando le salió una mancha en el brazo y fue al médico de cabecera. De allí le dieron cita para dermatología en el Hospital do Salnés para el 24 de agosto, donde el especialista le informó de que se trataba de un tumor que había que operar de inmediato, en septiembre. Antes la llamarían para hacerle una ecografía y una radiología, le dijeron, pero como el día 10 nadie había contactado con ella, la madre de la niña, Cris, se presentó en la ventanilla de atención al paciente para saber qué estaba pasando y presentar una reclamación.

Pasó septiembre y a Andrea le seguía doliendo el brazo, de modo que la mañana del 4 de octubre su madre fue a buscarla al instituto a Pontevedra para llevarla a urgencias. «No le hicieron ninguna prueba y le dieron un ibuprofeno, eso también lo puedo hacer yo», apunta. Al día siguiente se puso en contacto con una enfermera para preguntar si aceptarían unas pruebas realizadas por la sanidad privada en aras de agilizar los plazos para la operación. «Me dijeron que sí», relata Cris, de modo que el día 8 se fue a un centro médico de Vilagarcía para hacer una radiografía y una ecografía. Una semana después, el Sergas citaba a Andrea para efectuarle las mismas pruebas por las que había pagado unos días antes —que le hicieron el día 13 de octubre— y, por fin, la joven pudo ser operada el 22 de ese mes.

A tenor de una primera inspección ocular, las expectativas del cirujano eran optimistas respecto a la benignidad del tumor, según explica Cris, pero le indicaron que había que aguardar por los resultados del laboratorio para salir de dudas y que la llamarían en el plazo de un mes para darle el resultado.

Pasaron las semanas y nadie se puso en contacto con ella, de modo que la madre, desesperada, recurrió a la aplicación E-Saúde, descargó un informe del laboratorio y se fue, de nuevo, a la privada para que se lo interpretasen. Allí le dijeron lo único que quería oír: el tumor era benigno.

El historial médico de Andrea todavía no acabó ahí. Tres meses después de la operación, el brazo aún daba problemas; se puso morado y sufría calambres, y como en el hospital seguían sin dar señales de vida, madre e hija volvieron al centro de salud Jacinto López —al que Cris quiere agradecer expresamente el buen trato dispensado— en busca de la opinión de un médico. Allí les informaron de que se trataba de una secuela de la operación y le prescribieron unas pastillas y una crema para aplicar sobre la piel.

Ya con la tranquilidad de saber que su hija estaba fuera de peligro, Cris Loureiro volvió al hospital el 2 de marzo para pedir, otra vez, una explicación de por qué seguían sin citar a su hija para informarle del resultado de la operación. La persona que la atendió le explicó que el retraso se debía a un error; en vez de tramitar la cita para el 22 de noviembre del 2021, en el sistema se registró el 22 de noviembre de 2022. El Sergas reaccionó de inmediato y citó a la muchacha para el lunes siguiente, el 7 de marzo; tampoco pudo saldarse el tema en esa ocasión, porque esa mañana Cris recibió una llamada informándole de que la consulta se aplazaba para la semana siguiente. La mujer no daba crédito y la mala suerte hizo que el 15 de marzo tampoco pudiera acompañar a su hija porque tenía otra cita hospitalaria que era ineludible, explica. Por fin, el pasado jueves, la paciente recibió el alta.

El Sergas se defiende

La familia Hermida Loureiro pudo así poner punto y final a un calvario propiciado por las limitaciones del sistema y un error humano. Entre las miles de citas que se tramitan en el área sanitaria es comprensible que se produzcan fallos, argumentan desde la gerencia, pero, por lo demás, la actuación fue «correcta» dado que, una vez detectado el error, se actuó diligentemente, indican las mismas fuentes. «Desde que a paciente pon de manifesto o erro cometido na cita, o día 2 de marzo, ata a data final da cita, o día 17 de marzo, transcorren quince días. Debemos sinalar que para todas as anatomías patolóxicas das cirurxías do Hospital do Salnés temos un dobre control para que, no caso de detectarse patoloxía neoplásica, se citen de xeito inmediato. Por sorte, esta non foi a situación, non se trataba dun proceso neoplásico, polo que o erro na cita non foi detectado no propio hospital ata que a paciente nolo comunicou». Además, añade el Sergas, si no se le hicieron antes las pruebas radiológicas fue porque «clínicamente no resultaban necesarias» y para evitar radiación a la paciente, a la espera de que se pautase el día de la operación.

¿Cómo podía saber la paciente que había habido un error en la cita? El Sergas afirma que la fecha equivocada se plasmó en el informe médico de alta de la operación, pero en el documento que adjunta Cris Loureiro no consta tal referencia y solo se hace mención a que se pasará consulta en el plazo de un mes.

Solo pudieron disipar sus dudas yendo a la privada y pagando por ello, y Cris opina que esta situación no se debería repetir. «Yo no quiero que me paguen nada, lo único que quiero es que esto cambie», concluye.