La hija del Comandante Sotomayor

AROUSA

MONICA IRAGO

Rosa Fernández rememora desde su casa en Vilagarcía una historia familiar llena de energía

23 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1979, Rosa y José habían vuelto de Londres, vivían en la Algalia de Arriba, en Santiago, y habían cogido el?traspaso de una tienda de prensa y recuerdos. Leían todos los días el periódico y una mañana se llevaron una sorpresa: el periodista Tucho Calvo, enviado especial de La Voz de Galicia a Venezuela, entrevistaba al Comandante Sotomayor en las páginas de Los Domingos de La Voz. Al leer el reportaje, Rosa se quedó sin habla. El Comandante no era otro que José Fernández Vázquez, su padre, huido de Vilagarcía y del Barbanza a principios de la Guerra Civil y del que no sabían nada desde hacía años.

«No teníamos relación con mi padre desde que escapó a Francia. Desde allí había escrito a Manuela, mi madre, para que nos fuéramos con él, pero ella respondió que no y ya no volvimos a saber nada si no llega a ser por un primo nuestro que lo vio en Venezuela», recuerda Rosa desde su casa en Vilagarcía.

Esta es la historia de Rosa, la hija del Comandante Sotomayor, un gallego antifascista exiliado que saltó a la fama al secuestrar con otros activistas, en 1961, el trasatlántico portugués Santa María para denunciar las dictaduras de Franco y Salazar. Rosa nació en 1934 en Pobra do Caramiñal. Recuerda que, durante la guerra, su madre iba a ver a su padre, que estaba escondido en el monte con los guerrilleros hasta que escapó a Portugal y de allí a Francia. Volvió a la España republicana, donde participó en batallas navales, fue herido y acabó escapando a Francia y Venezuela.

«Mi madre no nos contaba nunca la historia de mi padre, solo se la contaba a las visitas», detalla Rosa. No olvida que, cuando iba a pedir limosna para los difuntos, explicaba que su madre era Manuela a de Noé y su padre José o Noé y muchas señoras se escandalizaban: «Miña nai, é a filla do comunista!». Porque, efectivamente, José Fernández Vázquez, alias Noé en Pobra y «Comandante Sotomayor» para la historia, era comunista y cuando en un mitin en Boiro, el uno de mayo de 1931, pidió la disolución de la Guardia Civil, lo desterraron a 200 kilómetros de su pueblo, que él convirtió en un par de millas y se quedó en Vilagarcía, donde había pasado sus años de juventud y desde donde había ido a la Escuela Naval Militar de Marín, alcanzando el grado de alférez de navío.

«Hasta los 8 años, me crie con una tía en Vilagarcía. A esa edad, volví a Pobra, donde cuidaba niños a cambio de un plato de comida. La gente no se cree estas cosas, piensan que son fantasías, pero eso pasó», manifiesta Rosa con energía, la misma que tenía cuando volvió con sus cuatro hermanos y su madre, en 1950, a Vilagarcía y empezaron a ganarse la vida sirviendo en las casas. Sus hermanos ya venían durante la temporada de verano a vender helados artesanos. «A Manuela, mi madre, la habían declarado viuda, pero no le concedían una pensión de viudedad. Trabajó toda la vida. No sé de dónde sacó las fuerzas para vivir hasta los 97 años», se asombra la hija.

En 1978, el Comandante Sotomayor volvió a España para presentar su libro Yo robé el Santa María, publicado por Akal. «Vino a Galicia y no tuvo más remedio que entrar en contacto con nosotros«, recuerda Rosa antes de ejercer de hija y poner las cosas claras: «Sería muy revolucionario y constante en sus ideas, pero como persona responsable de una familia, no, no y no».

La historia de este revolucionario gallego es conocida. Participó en la trama de la sublevación republicana de Jaca, fue maquis en el Barbanza, voló un carguero alemán en los muelles de Oporto, batalló en el hundimiento del crucero franquista Baleares, pasó por campos de concentración en Francia y Auschwitz y, ya desde Venezuela, secuestró con 25 hombres el crucero Santa María, trayendo en jaque durante dos semanas a las dictaduras de España y Portugal. La hazaña dio la vuelta al mundo, Dominique Lapierre, corresponsal de Paris Match, se lanzó en paracaídas sobre el barco para cubrir la noticia en directo y tuvieron que intervenir los gobiernos de Estados Unidos y Brasil y la ONU para que terminara el secuestro sin grave quebranto.

Mientras tanto, Rosa, la hija del revolucionario, ajena a las aventuras de su padre, se casaba en Vilagarcía en 1956 con un muchacho llamado José, nacido en O Castro, que jugaba de portero en el San Martín y era conocido por su nombre deportivo, Arteaga, y por el mote familiar: los Besjamea. José y Rosa, que tienen dos hijos, Higinio y Rosa, emigraron a Londres, donde él fue camarero de noche del Groswenor House, un gran hotel de lujo situado junto a Hyde Park.

José mantiene una discreción muy profesional. Atendió a Nureyev, a Margot Fontaine, a Toni Curtis, pero no suelta prenda sobre los famosos. Tirándole mucho de la lengua, consigues que te diga que Sean Connery no daba propina, Charlton Heston era clasista y pedante y Kirk Douglas un hombre amable y cercano. Poco más salvo que es feliz en su casa de Vilagarcía con Rosa, la hija del Comandante Sotomayor, ese revolucionario admirable, ese padre discutible.