Condenado a cuatro años por agresión, amenazas y maltrato habitual a su pareja en Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

CAPOTILLO

La víctima relató una violación por la que la Audiencia no pudo hallar culpable al individuo, al carecer de pruebas objetivas

31 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La relación que un hombre y una mujer mantuvieron en Vilagarcía durante ocho años degeneró, prácticamente desde su inicio, en una verdadera pesadilla. Así se desprende de la sentencia que la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra acaba de dictar contra el individuo. Cuatro años y un mes de cárcel por los delitos acumulados de lesiones, coacciones, amenazas leves y maltrato habitual, todos ellos cometidos contra la mujer. El sujeto, que consiguió esquivar una condena por agresión sexual con penetración, no podrá portar armas durante cuatro años, acercarse a su expareja a menos de 150 metros en los cinco años siguientes al cumplimiento de la pena, ni ponerse en contacto con ella por ningún medio durante el mismo período.

El relato que la mujer puso en conocimiento del tribunal dibuja una situación de absoluta dependencia sentimental, salpicada de insultos, vejaciones, chantajes emocionales y agresiones de diferente intensidad, que acabaron por convertirse en algo habitual. La primera, en el verano del 2014. La mujer le había dejado su móvil a una amiga, que trabajaba en un bar del centro de Vilagarcía. Cuando cerró el establecimiento, la camarera comprobó que el aparato acumulaba de treinta a cincuenta llamadas perdidas del acusado. La amiga la telefoneó a su domicilio, pero ella la tranquilizó, asegurando que su pareja solo quería recoger unas cosas. Un error. Él la agarró por el pelo, la introdujo a la fuerza en una furgoneta y condujo hasta Fontefría. Después, ambos fueron a dormir a la finca en la que él trabajaba, solo para que a la mañana siguiente la despertase a caballo y la golpease con una pala.

El testimonio de una amiga

Fueron varias las ocasiones en las que la relación se cortó. A pesar del maltrato, la mujer nunca llegó a denunciar a su agresor hasta que, en febrero del 2018, tras la enésima ruptura, él se presentó en casa de su expareja para llamarla «gorda, puta y asquerosa» y amenazarla con quemar la casa con ella dentro. Dos meses después, su distanciamiento se hizo definitivo y la mujer presentó una segunda denuncia. El individuo, que lo negó todo en el juicio, alegó que los dos fumaban porros y que ella «con nada de chispa se alteraba», llegó a asegurar que ella lo había atacado, pero que no se lo dijo a nadie por vergüenza.

Para que el sujeto fuese condenado resultó fundamental el testimonio de la amiga de la víctima, que subrayó los frecuentes moratones que ella presentaba, en distintas ocasiones, además de haber asistido en persona a un arrebato en el que el tipo destrozó una sudadera con un cuchillo. El tribunal, asistido por varios peritos, concedió, además, veracidad a los hechos que narró la denunciante, sometida a tratamiento por estrés postraumático y depresión. El hecho de no haber denunciado antes esta situación es, por lo demás, frecuente en relaciones marcadas por la dependencia y la dominación. Donde la Audiencia no pudo entrar fue en la más grave de las acusaciones: una violación que podría haberle costado a su presunto autor diez años.

La mujer contó que el hombre, aprovechando que ella acababa de ir al médico y tomar un tranquilizante, rebuscó en sus genitales, diciendo que tenía restos de preservativos, la obligó a hacerle una felación y la penetró pese a su negativa desde el principio. La Sección Cuarta no duda de la declaración de la víctima, pero la ausencia de pruebas objetivas, médicas o de otro tipo, que apoyen su historia, impidieron dictar un fallo de culpabilidad.