Una patrulla municipal intervino en A Concha ante las quejas de una mujer por el hecho de que varias personas estuviesen fumando en el arenal bajo un sol de justicia
01 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Hace exactamente un mes, el Concello de Vilagarcía anunciaba que A Compostela se convertiría este verano en la primera playa sin humo del municipio. Se trata de una iniciativa que impulsa la Consellería de Sanidade con la creación de la Rede Galega de Praias sen Fume, una estructura de la que el arenal vilagarciano pasará a formar parte. Su incorporación no comportará prohibición de ningún tipo. Es decir, quien quiera fumar podrá seguir haciéndolo. Pero sí una labor de concienciación intensa para disuadir a sus usuarios de que consuman tabaco sobre la arena.
A pesar de que este punto quedó meridianamente claro en el momento en el que Ravella suscribió el protocolo, sucede que determinados mensajes poseen potencia suficiente como para rebasar sus propios límites semánticos. Y algo así debió de ocurrir el domingo en la vecina playa de A Concha, bajo un sol de justicia. Una mujer se dirigió a un grupo de personas que tomaban el sol, aprovechando un final de mayo espléndido y azul, para increparlas por el hecho de que estuviesen fumando. Las quejas, que según quienes las recibieron fueron elevando su tono para extenderse a varios jóvenes que en ese momento tomaban un refresco en la misma zona y fueron acusados, prácticamente, de estar protagonizando un botellón a plena luz del día.
Son varios los motivos por los que un reproche de este tipo carece de soporte normativo, a no ser que quien fume irrumpa en el espacio vital de quien tenga al lado, pitillo humeante en mano. Queda dicho, en primer lugar, que la condición de playa sin humo no conlleva la prohibición del consumo de tabaco. Pero, aunque así fuese, el único arenal que tendrá esta categoría será el de A Compostela, no el de A Concha, por mucho que en ocasiones resulte complicado determinar dónde comienza uno y donde remata el otro.
El caso es que tanto unos como otros telefonearon a la Policía Local para que mediase en la discusión. Quien lo hizo con más insistencia fue la mujer de la que partieron las protestas y consiguió que una patrulla acudiese a la playa a eso de las seis y media de la tarde, cuando el calor apretaba. Por las razones expuestas, nada sucedió, más allá de las recomendaciones de los funcionarios sobre el respeto mutuo y el sentido común como guías de convivencia. La idea es que el departamento autonómico de Saúde Pública señalice con carteles y banderas este particular distintivo. Parece conveniente que sea pronto y claro, a fin de evitar confusiones que alimenten esta suerte de policía del humo en la canícula.