Logran criar por primera vez en Galicia loros de Madagascar, una especie en peligro de extinción
AROUSA
«¿Cómo no me iba a emocionar su nacimiento si llevo quince años intentándolo. En cuanto me avisó mi amigo Enrique el viernes, a las ocho de la mañana, me eché a llorar y no me tomé un chupito porque era demasiado temprano», explica el flamante dueño de las crías
13 may 2021 . Actualizado a las 16:45 h.Francisco Javier Rodríguez Penedo es el flamante dueño de las primeras crías de loro de Madagascar nacidas en cautividad en Galicia y de las contadas que lo han hecho nunca en España. «¿Cómo no me iba a emocionar su nacimiento si llevo quince años intentándolo. En cuanto me avisó mi amigo Enrique el viernes, a las ocho de la mañana, me eché a llorar y no me tomé un chupito porque era demasiado temprano», explica Penedo. Los padres son una de las cuatro parejas de coracopsis vasa que tiene en su aviario, pero realmente, estas aves han llegado al mundo gracias a un trabajo en cadena. «Los pájaros son míos pero es una labor en equipo en la que hay que reconocer el trabajo de mis compañeros», asegura. El grupo está formado por Enrique Pérez Pereiro, que mantuvo 17 días en la incubadora los huevos, Javier Pérez Docampo, «otro criador que hizo de comadrón», y José Doval Ucha, que es el que está criando a mano en O Porriño los dos primeros bebés. A media tarde de ayer nació el tercer ejemplar, que aún estaba en la incubadora de Enrique.
En el capítulo de nombres propios que forman parte del equipo, Penedo hace mención una especial para Antonio Lubián. Es el pontevedrés que hace quince años le regaló su primera pareja de esta especie y por ello, Penedo le ha puesto a la primera de las crías el nombre de Toñito, que nació el viernes. No creían que la siguiente pudiera ser viable. «Como parecía un milagro que pudiera llegar a nacer decidimos ponerle Lourdes. Y la tercera se llamará Quique, en honor al comadrón», explica Penedo.
Todo el proceso está documentado desde el inicio y cada día se registran desde los datos de peso, color y temperatura hasta imágenes y vídeos. «Queremos que esta información sea accesible a todos ya que se trata de una crianza tan insólita como difícil», explican. Los africanos son su debilidad pero realmente lo de este gondomareño de adopción, natural de Baiona, es una auténtica «pasión» ya que tiene más de 124 loros entre guacamayos, amazonas o cacatúas.
No valora la posibilidad de vender ninguna de las aves de Madagascar y ya vienen más en camino porque tiene otra pareja esperando. «Jamás vendería un vasa, como mucho podría regalárselo a un amigo que supiera que lo fuera a cuidar con la misma pasión y mimo o si se fueran a utilizar para repoblación o en el Loro Parque, ya que se trata de una especie prehistórica en peligro de extinción», advierte. De esta misma pareja hay otro huevo a punto de eclosionar, pero este último lo ha dejado con sus progenitores para poder tener también la referencia de cómo evolucionan. Los otros están siendo criados a mano por José Doval Ucha «hasta que puedan comer por sí solos». Hasta entonces esta gran familia vive pendiente del wasap y de las idas y venidas entre O Porriño y Gondomar para poder seguir de forma conjunta la que, sin duda, es toda una aventura.
Durante quince años intentó de todo para conseguir criar. «Cambié de alimentos, de jaulas, los nidos...», recuerda sin hallar la clave de este hito. Haberlas haylas, bromea, ya que lo que hizo durante la pandemia fueron obras de ampliación en el aviario y fue entonces cuando se produjo este bum demográfico porque tiene otra pareja de Madagascar a punto de criar y otra de guacamayos. Mantiene el contacto con un criador de Estados Unidos, con otro de Brasil y con responsables del Loro Parque. «Todos están sorprendidos e ilusionados como yo», explica Penedo feliz por haber conseguido su sueño y, con la misma, ayudar a salvar una especie de su posible extinción.