De los ninis a las sisis: estudian y pasean perros para pagarse el piso y los gastos

Patricia Calveiro Iglesias
patricia calveiro REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

Raquel Vazquez

Andrea y Sofía, dos estudiantes arousanas, empapelaron el centro de Santiago con carteles para que sus padres «no paguen todo»

29 sep 2021 . Actualizado a las 17:14 h.

Crecieron escuchando de niños cómo la burbuja inmobiliaria había dinamitado la economía y el mercado laboral. Y, ahora que acabaron la educación obligatoria, el coronavirus vuelve a segar sus perspectivas de futuro. Los jóvenes están entre los grandes damnificados de las crisis concatenadas y son un objetivo fácil para el virus del desencanto. Hace una década, los millennials españoles se ganaban la mala fama de ser una generación de ninis, ya que el 22 % ni estudiaba ni trabajaba (ya fuera porque no querían o porque no podían). La pandemia ha vuelto a disparar esta cifra, que sube por primera vez desde el 2013. Pero nunca fue justo meter a todos en el mismo saco, e igual que hay ninis también están los sísis. Para ejemplo, dos estudiantes arousanas de 19 años que comparten piso en Santiago y que empapelaron hace unos días el centro de la ciudad para poder pagar por sí mismas el alquiler y sus propios gastos. «Si no tienes tiempo para pasear a tu mascota o el cansancio por la rutina te lo impide, no dudes en llamarnos. Somos estudiantes de primer año que buscamos pagar los gastos», dice el anuncio colgado en más de una veintena de emplazamientos, en el que ofrecen sus servicios por las mañanas, de lunes a viernes. Detrás de él está Andrea Núñez, quien cursa el ciclo superior de Educación Infantil, y Sofía Ríos, alumna de diseño de moda en la EASD Mestre Mateo. «No queremos que paguen todo nuestros padres», explica Andrea, para la que este no es su primer empleo. «Ya estuve trabajando con niños cuatro años y también en el cine un tiempo», indica. ¿Por qué pasear perros? «Es una forma de echar una mano y de sacar las castañas del fuego. Además, buscábamos una ocupación que tuviera un horario flexible y que nos permitiese mantener nuestras horas de estudio», contesta Sofía. Reconocen que, entre su círculo de amigos y compañeros de clase, lo de estudiar y trabajar a la vez no es lo más común. Ellas han hecho sus cuentas y la vida de estudiante sale a unos 400 euros al mes -como mínimo-, entre facturas, comida, alquiler y desplazamientos. Son conscientes de que no obtendrán esa cantidad de la noche a la mañana, pero aspiran a hacerlo a base de constancia.Las dos arousanas, amigas y compañeras de piso, han tenido perros y cuentan con experiencia como voluntarias en la protectora de Vilagarcía. Para más información, escribir al correo andrealunadario@gmail.com.