Malos tiempos para los trovadores de bar

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA YRAGO

Quienes amenizaban las veladas en pubs y tabernas tienen los micros cerrados

28 abr 2021 . Actualizado a las 21:31 h.

El último concierto que dio Gonzalo Arca fue en el mes de agosto. Tampoco había sido un verano monstruoso en cuanto a citas, «apenas cuatro o cinco», dice, porque sí estaban abiertos los locales, pero las cosas no daban para mucho más que para cubrir gastos y para ir haciendo hucha porque todo el mundo tenía más o menos claro que tras el estío llegaría el hastío de más restricciones. Gonzalo llevaba sin actuar desde marzo, claro está, y esos cuatro o cinco conciertos no dieron para mucho más que para matar el gusanillo. Un año prácticamente con el micro apagado y a buscar un trabajo porque sin conciertos no hay ingresos y las facturas no perdonan. «Me busqué una manera de poder sobrevivir», resume

Dani Barreiro es otro de esos trovadores de bar a los que nunca les faltaba trabajo cada fin de semana antes de que el covid lo parara todo. Él tuvo más suerte. «Me salvó Petroni», dice. Petroni es su patrocinador y él, además, sí fue encontrando algún bolo en terrazas, en conciertos con aforos limitadísimo de los que, reconoce, quien lo contrataba apenas sacaba para cubrir gastos. Y todo ello con las medidas de seguridad extremas, condición impuesta por el propio músico, que hubo alguna vez en la que se negó a tocar porque no se cumplían las condiciones. A Dani también le salvó la Navidad, en la que pudo sacar algún concierto, pero poco más.

Y el problema es que el futuro es incierto. Un buen ejemplo es lo que le está pasando a Dani con varias bodas en las que él se iba a encargar de la parte musical y que se han cambiado nada menos que al 2022. No hay mucha confianza en que durante el verano la situación se pueda recuperar de una manera lo suficientemente buena como para montar un bodorrio al estilo galaico, con todo lo que ello conlleva. Gonzalo Arca, de hecho, es mucho más pesimista. «No le veo una salida cercana», dice y, explica su razonamiento por la delicada situación que viven los hosteleros, tan pendientes de poder cobrar las ayudas, que a veces llegan y otras no, como de los dictámenes del comité clínico cada martes y viernes.

Gonzalo ha aprovechado este impás para componer. De hecho, a lo largo del mes de mayo sacará a la luz su nuevo trabajo. Un tema nuevo con su videoclip y todo. Y, a partir de ahí, a esperar que surja algún bolo durante el verano en cuanto las restricciones den un respiro. Porque todo aquello de los conciertos online, que se habían puesto de moda hace unos meses, en realidad no dejan un duro.

Un toque de optimismo

Dani Barreiro es más optimista. Tampoco mucho, pero al menos tiene ya una docena de conciertos en cartera para julio y agosto. Parece mucho, pero estamos hablando de un músico que hacía muchas jornadas de doble sesión. El formato también lo ha reducido al mínimo y todo aquello de subir la gente al escenario ha pasado a mejor vida. Secuelas del covid, al que Dani también añade un punto negativo más: «Mi vida social es cero», afirma.

Dani y Gonzalo son solo dos ejemplos de una pandemia que nos arrebató también la música en directo. La música cercana. Nos quitó a los trovadores de bar, a todos esos músicos que hacían las noches mucho más agradables a base de cariño y pasión por lo que hacen. Dani confía en que el proceso de vacunación contribuya a que los aforos en los locales vuelvan a crecer, si no tanto como estaban, al menos a un nivel en el que al gerente del bar, del pub, de la taberna, le valga la pena prescindir del Spotify durante un par de horas para ver a alguien rasgando la guitarra. Los clientes seguro que también lo echan de menos, pero, de momento, ellos llevan prácticamente un año con los micros cerrados. Y no está todavía muy claro cuando podrán abrirlos de nuevo.