El PP no cede y en Cambados se votará una cuestión de confianza

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

AROUSA

Monica Irago

La renuncia de los sueldos por parte del gobierno local no fue suficiente para que la oposición apoyase el presupuesto. El pleno de anoche fue tenso, con acusaciones de caciquismo y compra de votos

26 mar 2021 . Actualizado a las 13:18 h.

Antes del pleno había quinielas y el PP no despejó la incógnita hasta el último momento. Su portavoz, Luis Aragunde, anunció ya en su primera intervención que estaba «decepcionado» y que no podía apoyar el presupuesto que presentó el gobierno local para el 2021, lo cual, conocido el voto en contra del BNG, aboca a la alcaldesa, Fátima Abal, a plantear una cuestión de confianza vinculada al presupuesto. Ayer, el documento recibió diez votos en contra (PP, BNG y Pode) y siete a favor (PSOE y Somos) y, visto y oído el debate de ayer, mucho tendría que variar el discurso para que cambiaran las posturas. En caso de que la cuestión de confianza no salga adelante, la oposición dispondría de un mes para plantear una moción de censura, y como quiera que esta estrategia está condenada al fracaso -el BNG afirma que nunca apoyará el regreso del PP a la alcaldía- el documento acabaría aprobándose de forma automática.

El panorama que dibuja el pleno del presupuesto es el de una estrategia política que, como mucho, puede aspirar a desgastar al gobierno bipartito (PSOE-Somos), que ayer llegó a pedir «por favor» el apoyo de la oposición. Lo dijo el concejal de Economía, Xurxo Charlín, apelando a la necesidad de dar respuesta a las demandas de los vecinos. «Hai 135 familias ás que hai que dar de comer», apuntó en alusión a la labor que realiza Servizos Sociais. Era el turno de réplica, y viendo que tenía perdida la votación, el edil de Somos subió el tono. «Co que se está vivindo no pobo só pensades no ladrillo, non pensades na xente. Que máis queredes que fagamos?», indicó aludiendo a la enmienda presentada por el gobierno local a su propio presupuesto, por la cual renunciaba a los salarios de los concejales liberados. Y, visto que este sacrificio no iba a cosechar sus frutos, Charlín empezó a lanzar puyas: «Que falas ti de despilfarro se puxeches unha farola diante dun invernadoiro por un voto e foches de mariscada con cen persoas a Rosita», indicó en referencia a José Ramón Abal. Y al BNG le acusó de dar trato de favor a la asociación Xironsa -cuyo presidente fue de número tres en la lista electoral del Bloque- pagándole la actuación de Herdeiros da Crus, «dándolle máis que para o Albariño». «Daríame vergonza ser de esquerdas e facer o que estades facendo», añadió. «Que morro tes», le espetó su otrora socio de gobierno y portavoz nacionalista. Víctor Caamaño explicó que la apuesta por Xironsa formaba parte del proyecto cultural del Concello con el cuatripartito y le recordó a Charlín que Somos también llevó en su lista al presidente del Club de Atletismo, hoy concejal.

Monica Irago

El Bloque tenía asumido que el gobierno iba a atribuirle el papel del malo de la película y se defendió atacando, acusando al bipartito de caciquismo y compra de votos en relación al convenio que acaba de suscribir el Concello con un colectivo vecinal para arreglar el cementerio parroquial de Vilariño. En todo caso, el Bloque quiso dejar claro que si se opone al presupuesto es por el modo en que se negoció, porque no se les dio voz ni tiempo, lo cual consideran un desprecio por parte del PSOE y Somos. El bipartito niega la mayor; «desde outubro que levamos con este tema», señaló el socialista Samuel Lago, que habla de meras excusas por parte de la oposición. «Ti queres o noso apoio? pois xa sabes o que tes que facer, non estamos aquí para levantar a man cando diga Xurxo Charlín, levantámola cando queremos nós», sentenció Caamaño.

La derecha saca rédito político y Pode busca protagonismo

El PP de Luis Aragunde se dejó querer. A diferencia del BNG, que incluso dio plantón a las negociaciones del presupuesto, el grupo popular se sentó y escuchó las propuestas del bipartito, haciendo creer que podría alcanzarse un acuerdo. El gobierno local se plegó e incluso renunció a sus sueldos, pero ni con esas el PP le brindó la abstención que hubiera bastado para sacar el documento adelante. La derecha votó en contra alegando que no fue una negociación seria porque, entre otras cosas, no se incluyeron en el presupuesto las obras del Plan Concellos, argumentos que comparte el resto de la oposición. El bipartito lo justificó en que así lo había dispuesto intervención y que, en todo caso, la oposición sí fue informada al respecto. En el pleno se reprodujo el tira y afloja al que se asistió en los últimos días y José Ramón Abal obtuvo su cuota de protagonismo presentando varias enmiendas, que nadie respaldó, y llevando al límite el debate con la alcaldesa, que tuvo que llamarle al orden en varias ocasiones.

El BNG pasa de ser aliado a ejercer de azote del bipartito

El bipartito tenía dos posibilidades de aprobar el presupuesto, por la derecha y por la izquierda y, paradójicamente, fue el BNG el que le puso más trabas. Su voto en contra fue el colofón a casi dos años de desencuentros que empezaron tras las elecciones del 26 de mayo de 2019. Pode dejaba de ser bisagra y al PP le faltaron un puñado de votos para conseguir el octavo concejal que le dejaba a uno de la mayoría y, en consecuencia, de un posible pacto con Abal. Lo lógico era que se reeditase la coalición de izquierdas, esta vez con un tripartito PSOE-Somos-BNG, pero el grupo nacionalista solo se avino a votar a favor de la investidura de Fátima Abal como alcaldesa para frenar así al PP. Las tres formaciones habían tenido ya sus diferencias cuando compartían gobierno en el anterior mandato y las negociaciones para reeditar aquel pacto, en junio de 2019, ya no empezaron bien. El BNG pasó a la oposición haciendo valer su fortaleza en la corporación, pues, pese a tener solo dos concejales, sus votos son cruciales para alcanzar la mayoría en el pleno.