El comercio respalda las reivindicaciones de la hostelería frente a la desescalada

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

Zona Aberta considera que las condiciones para la reactivación son perjudiciales y secundará el cierre simbólico que preparan los bares

03 dic 2020 . Actualizado a las 20:32 h.

Partiendo de que no es fácil asumir la gestión de una situación como esta, la desescalada, tal y como se va a llevar a cabo en Arousa, cuenta ya con el rechazo de la hostelería y del comercio local. Al menos por lo que respecta a Vilagarcía, el principal núcleo de servicios de la comarca, donde la asociación que da voz a los comerciantes secunda, punto por punto, las reflexiones y reclamaciones que han consensuado los hosteleros de la ciudad. Es más, Zona Aberta comparte la necesidad de tomar medidas de protesta como el cierre simbólico para que el todavía no hay fecha.

«La verdad es que no comprendemos qué sentido tiene obligar a la hostelería a cerrar sus puertas a las cinco de la tarde, ni que diferencia puede marcar esa hora con respecto a las ocho o a las once de la noche», apunta la presidenta de Zona Aberta. Rocío Louzán advierte que las restricciones impuestas a los bares, restaurantes y cafeterías se trasladan directamente al sector comercial de la ciudad. «Por las tardes las calles van a estar desiertas y nosotros, al fin y al cabo, dependemos de que la gente salga; el comercio está hundido y de esta forma va a ser más lento y difícil que podamos recuperar un nivel razonable de actividad e ingresos». 

Los cierres perimetrales

Junto al cierre de la hostelería, el segundo factor que más está afectando al tejido comercial son los cierres perimetrales. Habita, en este punto, una paradoja. Pese a que las tasas vinculadas a la pandemia han mejorado en Vilagarcía y Vilanova, la nueva situación constituye, en realidad, un empeoramiento para las perspectivas del comercio local, ya que de la almendra que antes compartían ambos municipios con Cambados se cae ahora la villa del albariño, cuya incidencia de nuevos contagios a catorce días es mucho mayor. En otras palabras, los potenciales clientes de Cambados no podrán acudir ni a Vilanova ni a Vilagarcía. «También viene mucha gente de Caldas y de Catoira, que ahora no puede comprar en la ciudad; lo tenemos muy complicado», reconoce la portavoz de los pequeños comerciantes, que se siente que el sector se está viendo «maltratado pese a cumplir estrictamente las medidas y los protocolos de seguridad frente al covid».

Así las cosas, Louzán expresa un apoyo cerrado a los hosteleros, con quienes Zona Aberta consensuará la fecha de ese cierre simbólico y reivindicativo. Según el comunicado pactado por los responsables de la treintena de establecimientos que participaron en la reunión del miércoles en la plaza de A Peixería, son ocho los puntos que deberían ser tenidos en cuenta.

El primero, la constatación de que la hostelería no es la culpable de la extensión del coronavirus, como demuestra el hecho de que ahora haya más casos activos en Vilagarcía que cuando se estableció el cierre del sector. Los profesionales aseguran querer trabajar, «non esmolas», categoría en la que incluyen la autorización para abrir hasta las cinco de la tarde. La necesidad de reducir la presión tributaria de las diferentes Administraciones y la apertura de ayudas directas por parte del Concello. Ese cierre simbólico al que se sumará el comercio local. La conveniencia de establecer contactos con todas las fuerzas políticas con representación de la ciudad. Que la Xunta retrase el toque de queda hasta medianoche. Que Xunta y Gobierno central agilicen el pago de sus ayudas. Por último, una mayor vigilancia policial que garantice el estricto cumplimiento de las normas sanitarias.

Ravella comparte la preocupación del sector y sondea la ampliación de las ayudas municipales

La reacción del gobierno local de Vilagarcía ante las reivindicaciones de la hostelería se tradujo, ayer, en un encuentro a lo largo del cual tanto el alcalde, Alberto Varela, como Alba Briones, concejala de Promocións Económicas, aclararon a los portavoces del sector que comparten su preocupación ante las condiciones marcadas por la Xunta para su reapertura. Ravella argumenta que son las Administraciones que dictan las restricciones las que, por competencias y capacidad, deberían establecer líneas de ayuda verdaderamente eficaces para garantizar la supervivencia de la actividad. No obstante, los socialistas se han comprometido a analizar la posibilidad de adoptar nuevas medidas que se sumen al programa Son da Casa o a las ayudas económicas directas a las empresas que el Concello puso en marcha durante la primera ola.