El arousano que recupera la vida normal en Wuhan tras cuatro confinamientos

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

El entrenador Salvador Abalo volvió a su trabajo, sin restricciones, en un club local

13 nov 2020 . Actualizado a las 09:38 h.

Cuando dentro de muchos años le pregunten a Salvador Abalo Fernández por el 23 de enero del 2020, contará cómo «de golpe e porrazo» se encontró entre los 41 millones de personas confinadas por el Gobierno chino en una docena de ciudades, al confirmar que un nuevo coronavirus amenazaba con hacer estragos entre la población. El vilagarciano, uno de los 21 técnicos españoles de la academia de fútbol del Wuhan Three Tows, residía además a tan solo 10 kilómetros del mercado de pescado y carne en el que se sospecha que se originó la mayor pandemia en un siglo. Salvador relatará cómo, tras 8 días de confinamiento domiciliario, retornado en un avión con dos decenas de compatriotas, se pasó otros casi 13 días guardando cuarentena en una de las plantas del Hospital Gómez Ulla, de Madrid, antes de poder recuperar brevemente la sensación de libertad para verse, un mes después, recluido de nuevo. Esta vez, junto a su mujer y su hija en su domicilio madrileño, las semanas de confinamiento duro fijado en toda España durante el primer estado de alarma, nueve en el caso de la comunidad madrileña.

El pasado día 4 Salvador volvía a Wuhan. Lo hacía tras otros 14 días de cuarentena en un hotel de Shanghái designado por el Cogobierno chino en el que se registraba el 23 de octubre dejando atrás una Madrid prisionera de la segunda ola del covid-19 y sus miles de contagios diarios, ingresados en hospitales y ucis, y nombres y apellidos elevando la lista de fallecidos. Nada que ver con Wuhan, donde la gente hace «a vida normal que tiñas antes da pandemia», cuenta el gallego una semana después de su regreso.

«Aquí só é obrigatoria a máscara no transporte público». Tanto es así que, si bien es cierto que «moita xente vai con ela pola rúa», él acabó quitándosela para trabajar: «Os compañeiros chineses dinche: “Quita a máscara, Wuhan é o sitio máis seguro do mundo, aquí non hai coronavirus”. E vendo como funciona isto, sei que lles molesta que a leve e quítoa para traballar».

El dato es sensiblemente significativo, por cuanto Abalo trabaja con niños. Concretamente, con la generación de chavales del año 2007 del Wuhan Three Tows. «Os nenos adestran sen máscara. A min véñenme saudar os pais, danme a man, outros un abrazo. Ti tes ese reparo, porque vés dun sitio, España, que é un coadoiro. Pero véndoos, acabas sentindo a súa tranquilidade». Sin ir más lejos, en su escasa semana de vuelta, el técnico vilagarciano asistió a la inauguración de un centro concertado con su club, co unos 400 niños y padres: «E nos dixeron que quitaramos a máscara. Sacámonos fotos cos nenos sen problema ningún». Y todo ello, sin distancias de seguridad interpersonal. «Eu vou agora pola rúa e volvo sentirme como antes de que pasara todo. O día a día transmíteche seguridade. En Wuhan, hai dous ou tres meses que non houbo positivos locais. En China, se xorden casos e teñen que facer cinco millóns de PCR nuns días, fano. Aquí rapidamente cortan todo».

Salvador sabía por compañeros españoles que habían vuelto un mes antes que así eran de nuevo las cosas en Wuhan. Eso fue lo que recuperó su deseo de volver a China en cuanto fuese posible, superando el difícil trago de separarse otra vez, y en estas circunstancias, de mujer e hija, residentes en Madrid. Deseo que trasladaba a principios de febrero durante su confinamiento en el madrileño Hospital Gómez Ulla, alimentado en las últimas semanas en España, cuando lo vivido desde principios de año le empezó a pasar factura. Un hombre que desde el 23 de enero se ha pasado confinado uno de cada tres días confiesa que anímicamente sí que afecta: «En España xa me custaban as restricións, non poder moverme con liberdade. Saía comprar, levar a neniña fóra, e o resto, na casa. Sabía o que había, e dábame respecto».

La confianza del Wuhan Three Tows, que renovó en mayo su contrato dos años más, y el calor recibido desde China durante estos meses también han sido un acicate para el regreso de Salvador al Lejano Oriente: «Sendo como é, moi fría, durante estes meses sentín o cariño da xente chinesa. Os compañeiros, os neniños, seus pais, preguntándome pola familia, pola saúde, e “Cando vides, cando vides?”. O cariño dos rapaces é incrible».