La ciencia constata el mayor avistamiento de grandes cetáceos en las Rías Baixas

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

BDRI

El equipo del BDRI capta a 9 ballenas azules y 20 rorcuales comiendo juntos

06 sep 2020 . Actualizado a las 13:42 h.

Las 18 horas de navegación ininterrumpida metidas el jueves entre pecho y espalda por los integrantes del equipo del BDRI, el instituto de investigación de la biodiversidad marina con base en O Grove, han regalado al grupo internacional del gallego Bruno Díaz una experiencia sin igual y de un valor científico impagable. A eso de las nueve de la mañana, unas tres horas después de zarpar del puerto arousano, se toparon con una estampa única. En un punto entre las Ons y las Cíes, nueve ballenas azules y veinte rorcuales comunes, razas hermanas y las especies marinas más grandes de la Tierra, se concentraban ante un banco de krill del que se alimentaban en grupo, prácticamente a nivel de la superficie y a muy escasa distancia del litoral; por momentos, a tan solo 2 millas. Era el inicio a diez horas de seguimiento costa arriba hasta alcanzar Corrubedo a la que, informan desde el BDRI, resulta «la mayor concentración de ballenas azules y rorcuales comunes en las Rías Baixas de la que existe constancia a nivel nacional». Y, usando lenguaje deportivo, por goleada.

Bruno Díaz, biólogo director del BDRI, señalaba un día después por teléfono desde el mar y todavía visiblemente emocionado, que «neste ano xa viramos ata 14 rorcuales xuntos, pero baleas azuis, o máximo foran dúas». Neste caso «estaban alimentándose concentrados, e isto é pouco común».

El científico gallego lleva estudiando el progresivo regreso de grandes cetáceos a la comunidad desde que en el 2017 se constatase el primer avistamiento de una ballena azul en sus aguas tras el abandono de su caza en 1985. Un trabajo que desde este año continúa en el proyecto Balaenatur, fruto de la colaboración del BDRI y el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, dedicado a estudiar la distribución de los grandes cetáceos en las costas gallegas. Con este bagaje, resulta elocuente que Díaz declare que «con esta xornada -por la del jueves- teremos máis datos nun día ca en 3 anos. Vai ser unha xornada moi valiosa para -el trabajo de- a conservación desta especie».

Y es que, a falta de completar el estudio en marcha a finales de año, una concentración como la registrada lleva a consolidar la idea entre los miembros del equipo del BDRI de que «parece que os grandes cetáceos se están recuperando» y que «as novas xeracións están volvendo ás súas orixes, ás zonas de alimentación dos seus antergos», como Galicia tras tres largas décadas ausentes, añade el biólogo, que junto a sus compañeros, obtiene otra derivada de este comportamiento: «Demostra que as nosas augas son extremadamente ricas» en krill, el crustáceo do que se alimentan los cetáceos y que, señala Díaz, tanto abunda en las Rías Baixas merced al fenómeno del afloramiento de las aguas marinas que hace de la zona la más fértil a nivel de producción marisquera de Europa.

Más allá del enorme valor científico y medioambiental que el gran avistamiento supone, el biólogo director del BDRI destaca un tercer componente, el económico. Por constatar indirectamente a través del krill el buen estado de las aguas exteriores de las Rías Baixas, y también por el «atractivo turístico» potencial que la proliferación de ballenas azules y rorcuales comunes tendría para la costa pontevedresa.

Alertan a Salvamento Marítimo de la necesidad de extremar precauciones al navegar por la zona

El equipo internacional del BDRI conjugó el jueves su trabajo y su celebración por el feliz hallazgo con la responsabilidad que conlleva un descubrimiento como el de nueve ballenas azules y veinte rorcuales comunes juntos. La información, explica Bruno Díaz, fue traslada de inmediato por los científicos a Salvamento Marítimo. Y es que cuando hablamos de ballenas azules y rorcuales comunes lo hacemos, comenta, de animales de entre 15 y 20 metros de longitud, de 30 a 50 toneladas de peso y con capacidad para nadar a entre 15 y 20 nudos de velocidad.

Así las cosas, «calquera que navegue pola zona» del avistamiento, una larga franja que se extendía el jueves desde las Illas Cíes y el cabo de Corrubedo, «debe ter coidado e cautela, porque estes animais poden aparecer de súbito na superficie». Una situación que puede generar incidentes, especialmente en el caso de toparse con embarcaciones pequeñas.

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A fin de propagar lo máximo posible esta necesaria advertencia, el equipo de científicos del BDRI, con sede en O Grove, lanzó el mismo consejo de cautela en la navegación por las Rías Baixas a través de su página en Facebook, Bottlenose dolphin researchinstitute-BDRI. Un buen medio para conocer posibles nuevos avistamientos de grandes cetáceos en la zona y tenerlos así localizados.

«Foi unha das xornadas máis impresionantes nos meus 20 anos de carreira profesional»

«Persoalmente, levo traballando en diferentes puntos do mundo con golfiños e con baleas e esta -por la del jueves- foi unha das xornadas máis impresionantes da miña carreira profesional». La voz de la ciencia concede un momento a la de la emoción de Bruno Díaz. Emoción que, cuenta, compartieron en algún punto entre Ons y las Cíes los otros nueve integrantes del equipo internacional del BDRI que navegaban en el barco de 11 metros con el que llevan meses realizando su trabajo de campo para el proyecto conjunto con el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Con un madrileño como único compatriota y otras cinco nacionalidades enroladas con bandera de Canadá, Francia, Italia, Hungría y Luxemburgo. Pero no solo ellos. «Coma nós, diferentes compañeiros de diferentes partes do mundo quedaron impresionados e sumamente contentos» por descubrir a nueve ballenas azules y veinte rorcuales comunes alimentándose en grupo frente a las costas de las Rías Baixas, señala el biólogo gallego.

Y es que la labor de investigación para el seguimiento y protección de estos grandes cetáceos, animales en peligro de extinción, une desde hace años los esfuerzos científicos de muchos de los países del Atlántico, especialmente del Norte, recuerda Bruno Díaz.