El coronavirus obliga a replegar velas

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

La federación Culturmar ha suspendido el calendario de regatas y encuentros de embarcaciones tradicionales que cada verano salpican la costa gallega

20 jul 2020 . Actualizado a las 23:41 h.

Hoy concluye en Bueu la Semana da Cultura Mariñeira que organiza la asociación Os Galos. Hubo salidas a bordo del Chasula, canciones de taberna, visitas guiadas al museo de Masó y talleres para niños, pero es la excepción. Este verano, como viene ocurriendo desde hace dos décadas, los veleros tradicionales tendrían que tomar los puertos de A Illa, Cambados, Ribeira, O Grove, Combarro, Portonovo y demás. No será así; la pandemia también ha frustrado estos planes.

La federación por la cultura marítima Culturmar ha cancelado el calendario de regatas y encuentros debido al coronavirus. Las maniobras en una dorna, un galeón o una lancha xeiteira hacen imposible guardar las distancias de seguridad, de modo que las asociaciones optaron por suspender las jornadas de navegación con el fin de evitar riesgos.

Eso no quiere decir que todo el mundo haya replegado velas. De hecho, estos calurosos días de julio, pese a la nortada, se pueden ver en la ría de Arousa los paños al viento. El que sale, explican los navegantes, lo hace a nivel individual, con familiares y amigos, y en las embarcaciones de menor tamaño.

Barcos grandes como O Rei do Mar o la xeiteira están fondeados en O Cabodeiro (A Illa) porque precisan de una tripulación numerosa, de modo que las dorna pulpeiras, las más pequeñas, han recobrado su reinado y el próximo viernes tienen la oportunidad de acompañar al volanteiro Piueiro, río arriba hasta Padrón, que se resiste a no realizar la travesía en homenaje a Rosalía de Castro «Inchadiña Branca Vela».

Otras dornas se quedarán en dique seco. La alerta sanitaria deja una imagen insólita, impensable hace un año. En el edificio de usos náuticos de A Illa permanecen una veintena de embarcaciones bajo techo, cuando deberían estar en O Bao, con el olor de la salitre ya impregnado en el casco y dispuestas para salir a navegar en cualquier momento.

MONICA IRAGO

El caso es que muchos socios de Dorna, ante la que está cayendo, ya ni siquiera se plantearon esta posibilidad y optaron por mantener el barco a buen recaudo hasta la próxima temporada, cuando -con el permiso del covid-19- se pueda volver a organizar A Volta á Arousa, la regata de O Bao y la Festa das Letras do Mar.

Tampoco este año ha sido posible reeditar la Escola de Vela Tradicional de Dorna, en la que chavales y adultos descubren las técnicas y el placer que supone navegar en una embarcación de madera, como las de antes. Esta escuela ha hecho una labor extraordinaria a la hora de difundir y alimentar la tradición y el patrimonio cultural, pues se ha convertido en un vivero de nuevos aficionados a la navegación.

El año pasado pasaron por esta escuela una docena de personas, que por las tardes acudían a O Bao para aprender como se coloca el palo, se maneja el timón y se tira de la escota.

No es el único peaje que obliga a pagar la crisis sanitaria. La formación es importante, pero no lo es menos la promoción de la cultura tradicional, y el 2020 no está siendo propicio para ello. Culturmar realiza una importante labor de visibilización del patrimonio marítimo gallego a través de su participación en encuentros que se celebran en otras partes de España, Portugal y Francia. Expediciones como la de Pasaia (País Vasco) han quedado suspendidas y esto supone perder una buena oportunidad para conocer y darse a conocer, para intercambiar experiencias y establecer lazos en la cultura marítima atlántica. En todo caso, después de 27 años de trabajo, el virus no podrá tumbar el legado que ha conseguido Cultumar en este ámbito. «Galicia segue sendo unha referencia», apunta el nuevo presidente de la federación, José Luis Sacau.

En los años noventa eran un puñado de excéntricos los que se dedicaban a recuperar viejas dornas y navegar en ellas -con el permiso de A Illa, que lleva más de treinta años organizando regatas-. Hoy, Culturmar agrupa a 43 asociaciones de toda Galicia, desde el norte al sur, que han conseguido una flotilla considerable y hacer millas y millas para reivindicar este patrimonio dentro y fuera de comunidad autónoma. Incluso en tierra firme, en concreto a la plaza del Obradoiro de Santiago, donde montaron su particular marina hace dos años con motivo de la conmemoración del 25 aniversario de la federación gallega.

Esta efemérides se planteó como un escaparate para dar a conocer este patrimonio a un tipo de público que no está familiarizado con la cultura marítima -incluidos turistas-, para celebrar unas jornadas en el Museo do Pobo Galego y sacar un número espacial de la legendaria revista Ardentía

A algunos históricos de la vela tradicional les queda la espinita de no haber conseguido constituir una Confederación Ibérica por la Cultura Marítima y Fluvial, porque el río también existe, que sirviera de plataforma de trabajo para las asociaciones gallegas, vascas, catalanas o portuguesas, pero esa travesía no llegó a completarse.

A la espera de las marinas tradicionales y las bonificaciones para el amarre de barcos

En el campo de la cultura marítima se ha conseguido mucho, pero todavía quedan asignaturas pendientes. Entre ellas la de dar una solución para el amarre de las embarcaciones tradicionales. El problema es que en los puertos no hay espacios específicos para esta flota, lo cual obliga a amarrarla en escolleras, a pie de playa o, simplemente, dejarlas fondeadas. Y en aquellos puertos en los que, por fin, consiguen que se les conceda un espacio propio, los costes por atracar son desmesurados.

La asociación Dorna Meca de O Grove ya anuncia que está dispuesta a abandonar los amarres de la zona de O Corgo porque no puede asumir los dos mil euros que le cuesta este servicio al año. «É unha falta de respeto ao tradicional, á esencia do mar», lamenta el presidente de la asociación, Manuel Triñanes.

La federación gallega lleva años solicitando a la Xunta de Galicia que arbitre la fórmula para que sus barcos no tengan que asumir las mismas tasas que pagan las embarcaciones de pesca. Pero sus demandas siempre se encuentran con el escollo de la burocracia, porque la aplicación de estas bonificaciones implica un acuerdo y coordinación entre Portos de Galicia y a Patrimonio, lo cual parece ser una barrera insalvable.

Este problema se podría solucionar con la puesta en marcha de las llamadas mariñas tradicionales, zonas portuarias que se habilitan específicamente para las embarcaciones tradicionales que, además de dar servicio a los barcos, actuarían como una especie de museos flotantes y, de paso, como reclamo turístico.

En Bouzas (Vigo) ya funciona este formato desde 2008 y otras asociaciones querían seguir su estela. Proyectos como el presentado hace tres años en Cambados para recuperar su muelle histórico han quedado en un cajón, pero otros parece que verán la luz.

Al amparo de los Grupos de Acción Local (GALP) se han aprobado tres proyectos que permitirán crear mariñas en Portonovo, Muros y Combarro gracias a la aportación de fondos europeos. Pero, como otras iniciativas, el covid-19 lo ha parado todo. El objetivo de Culturmar es crear una red de mariñas en la costa gallega, allí donde la cultura marítima ha conseguido asentarse, desde Vigo a Sada, pasando por las rías de Pontevedra, Arousa, Muros-Noia y Ferrol.