El saqueo fue perpetrado en una vivienda del paseo a Carril

serxio gonzález

Aunque tal vez el azar influyese en lo ocurrido, porque la vivienda en cuestión ha servido como cobijo para personas sin techo en un par de ocasiones a lo largo de los últimos años, está claro que sustraer cuatro esculturas de granito, la menor de las cuales tiene una altura de un metro, no es algo que pueda haber hecho el primero que pasaba por el paseo marítimo que une el centro de Vilagarcía con Carril. Las tallas de granito, obra de Alfonso Vilar (Vilalonga, 1927-Pontevedra, 2011), el autor de la Madama de Silgar, uno de los símbolos de Sanxenxo, se hallaban en el interior de una de las fincas que se abren a la playa de A Concha-Compostela, en el barrio que en su día se bautizó elocuentemente como Prosperidad.

El saqueo fue descubierto por el actual propietario de la vivienda la semana pasada. Aunque no está habitada, y su dueño tiene en mente un proyecto de rehabilitación, la casa en absoluto está descuidada. Sucede que a lo largo del confinamiento, el hombre apenas la visitó una vez, hace cosa de un mes. «Un vecino me advirtió que la puerta que comunica el jardín con el paseo estaba rota y fui a comprobarlo. La verdad es que no me fijé en las esculturas, así que no sé si estaban todavía en su lugar, pero es posible que fuese entonces cuando se las llevaron, porque, desde luego, no es fácil hacer algo así», explica la víctima del robo.

Evidentemente, su autor tuvo que introducir en el paseo un vehículo capaz de cargar un buen peso, además de estar acompañado, porque no se encuentra al alcance de cualquiera mover unas piezas como esas. Se trata de un Sagrado Corazón y de tres de los cuatro evangelistas. Aunque las tallas no estaban tasadas, las consultas realizadas por su propietario permiten situar el precio de cada una entre los seis mil y los diez mil euros. A la vista de los fragmentos que dejaron atrás, al menos una de ellas sufrió daños.

«Es posible que los okupas que hace un tiempo durmieron aquí se fijase en ellas y se lo comentasen a alguien, sin conocer el valor de lo que iban a robar, porque la idea de que alguien pudiese haber encargado este robo se me hace difícil de digerir», apunta el titular de la propiedad. Las piezas, en cualquier caso, no se divisaban desde la vía pública. Por las conversaciones que ha mantenido con la familia a la que le adquirió la vivienda, unida a Vilar por una estrecha amistad, las esculturas podrían haber sido talladas en la década de los 50.

La única buena noticia es que uno de los evangelistas y una Virgen de la Inmaculada permanecen en su sitio. Ya antes de todo esto, su propietario sopesaba la idea de colocar una alarma en la finca. Es algo que, tras el asalto que acaba de sufrir, no demorará.