Necesitamos, con urgencia, un gestor de colas

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Las filas de espera ya corren el riesgo de empezar a mezclarse

02 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos estamos desescalando a una velocidad inusitada. A la velocidad del rayo. En prácticamente todo, salvo en las colas, que nos han atrapado. La sociedad avanza más rápido que las normas, que estaban puestas para otro escenario. Seguramente un escenario pensado para una toma de las calles, de las tiendas, más lentas.

La primera pista no las dieron las oficinas de Correos. Allí hubo colas desde el primer día que abrieron. También las hubo en los supermercados. Ya no para pagar, sino para entrar. Quién no recuerda aquel furor por llenar la despensa de los primeros días en los que todo esto comenzaba. Llegaron también las esperas en los bancos. Luego ante las tiendas de telecomunicaciones, ante los bares a la espera de alguna terraza libre, en los estancos... en todo. Abra usted una tienda sin producto que vender y tendrá gente ante su puerta por si acaso.

Ahora mismo estamos en un momento crítico. Ayer, en Rey Daviña, la cola de Correos se confundía con la de La Caixa y llegaba casi hasta la de la ferretería. Y porque era lunes, que los sábados también ha empezado a colarse en las colas Zara, con las del Banco Santander y BBVA, la de la tienda de R... En fin, un auténtico desbarajuste.

Una señora preguntaba si esta es la cola para Correos. No señora, esta es la de La Caixa, la de Correos es aquella que acaba ante la ferretería. Porque imagínense que se equivocan de cola y se sitúan en la que no camina hacia el lugar adecuado, vaya follón. Hemos regresado a las calles y somos muchos que, además, no cabemos aún en los bares porque todavía no pueden disponer de todo el aforo, aunque es verdad que alguno tiene ahora más mesas en las que servir que antes del covid-19 por las facilidades que está dando el Concello.

El asunto es que vamos necesitando un gestor de colas porque esto puede acabar cualquier día de mala manera. Alguien que nos guíe. Usted, ¿a dónde va? ¿A Zara? Es esa cola que tiene ahí. Solo tiene a veinticinco personas delante. Para entrar, que luego ya tendrá que hacer otras también para probarse la ropa y pagar, pero eso ya no es cosa nuestra. Si tiene prisa puede ir a la biblioteca, que para entrar ahí no hay problema.

Y todo esto al aire libre. Es decir al sol o a la lluvia, que de todo habrá en estos días de primavera. Hace treinta años, más o menos, a alguien en A Coruña se le ocurrió que una buena idea para ayudar a que la calle Real fuera aún más cómoda para los peatones era cubrirla. Hacer un soportal gigantesco de lado a lado para que un día de lluvia o de mucho sol no amilanase a los peatones. No cuajó aquello allí, pero aquí quien quiera pueda recoger el guante y lanzarse con un proyecto arquitectónico faraónico. O quizás, no. Mejor, las colas con paraguas o visera, que son reversibles.