Una pequeña empresa inventa un dispensador de hidroalcohol de pie, a pedal y acero inoxidable

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Comevi, un negocio de estructuras metálicas de O Pousadoiro, busca un nuevo mercado ante el parón de su principal sustento, la obra pública

18 may 2020 . Actualizado a las 21:32 h.

La crisis generada por la pandemia del covid-19 ha provocado un descalabro económico generalizado. Pero también una serie de nuevas necesidades por cubrir. En Construcciones Metálicas Vilagarcía S.L., Comevi, han visto en ello una oportunidad de abrir un nuevo mercado que garantice la supervivencia de una pequeña firma de O Pousadoiro (Vilagarcía) a la que la profunda crisis desatada en el 2008 ha ido ahogando por la drástica caída de la gran obra pública, el núcleo y grueso de su actividad. El propietario de Comevi, Manuel Cascallar Arias, ha ideado un singular dispensador de hidroalcohol higiénico para las manos. Un dispensador de pie, con un mecanismo interno sin más energía necesaria que el impulso de la extremidad inferior de su usuario, y construido en acero inoxidable.

Tres características que garantizan la máxima seguridad y el coste cero más allá de la compra, tanto para el funcionamiento como la conservación del aparato. Además, está pensado para prácticamente cualquier modelo de botella de hidroalcohol en el mercado, y resulta adaptable a multitud de escenarios, tanto interiores como al aire libre, explica su creador.

«Alguén me comentou que os dispensadores de hidroalcol que teñen en moitos sitios tenos que tocar todo o mundo pola parte de arriba, co que poden infectar a superficie de contacto». Ahí, cuenta Manuel Cascallar, «ocorréusenos a idea de facer o noso dispensador. Miramos en internet se había algo parecido. Atopamos algúns modelos de pé, pero moitos deles había que accionalos coa man, e outros estaban feitos de ferro, e xa alguén que os ten na empresa na que traballa díxome que están ata o nariz deles porque se oxidan».

Sobre este punto de partida, Manuel Cascallar diseñó su invento el pasado fin de semana, y el lunes montó su primer prototipo. Pero «non me acababa de gustar. O luns», relata, «volvín darlle voltas á cabeza ata as tantas da noite. O martes fixen outro prototipo, e vin que funcionaba ben», dentro de los parámetros de calidad por los que, destaca, se conoce a su firma en su sector.

«Fixemos un produto pensando en que a xente poida botar o xel sen ter que tocar nada coas mans, adaptado a calquera tipo de botella no mercado, e nun material duradeiro, porque todo o mundo comenta que esta forma de traballar, con estas medidas hixiénicas, vén para quedar», señala el propietario de Comevi, quien añade que, más allá de comercios y empresas, su principal público objetivo, «o noso dispensador pódelles interesar tamén aos concellos, porque se pode atornillar en calquera sitio, e mesmo grabar nunha placa o nome do concello».

El jueves a última hora de la tarde Comevi subió su modelo de dispensador a su página de Facebook. Al día siguiente empezó a recibir un buen número de llamadas de particulares y negocios, y hasta de una asociación de comerciantes de la zona interesándose por el invento. Ahora toca ver su traducción en pedidos.

«Ou faciamos algo distinto, ou morremos á miñoca», dice una firma con un historial de ilustres trabajos

Construcciones Metálicas Vilagarcía llegó a contar en sus buenos tiempos con 16 trabajadores. Hoy su propietario, Manuel Cascallar, saca adelante los pedidos de la firma junto a un único operario a su vera. Y es que desde el inicio de la gran crisis del 2008, de la que España parecía comenzar a despedirse poco antes de la llegada del covid-19 a nuestras vidas, «o choio foi baixando, baixando», explica Cascallar. Y ello, a pesar de la reputación que, resalta, se ha ganado en el negocio que regenta desde hace cinco años, tras relevar a su padre, fundador de Comevi un cuarto de siglo atrás.

Copasa, Dragados, Acciona... Prácticamente todos los grandes del sector de la construcción de obra pública aparecen en el listado de clientes de la pequeña empresa de O Pousadoiro, que cuenta tras de sí con un historial de ilustres trabajos, como la participación en las rehabilitaciones de los castillos de Pambre y Monterrei, la construcción de la oficina de turismo de Baiona, o el encofrado del viaducto del AVE en Laza, Verín, para el Grupo Puentes.

En los últimos años, ante la caída de las grandes licitaciones, «tivemos que empezar a traballar con construtoras máis pequenas, e facer máis traballos para particulares». Ahora, dice Cascallar, «coa que está a caer viamos que de aquí en diante ou faciamos algo distinto, ou morriamos á miñoca». El dispensador de hidroalcohol es el primer «algo distinto» de Comevi. No parece un mal comienzo.