Un pasito de cuatro patas de camino a la normalidad

Antonio Garrido Viñas
Antonio Garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

El lunes se retomaron las adopciones en la Protectora de Vilagarcía

13 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El señor Tomás tenía una habitación que se llamaba La Pajarera. No busquen mucha poesía en el nombre; se llamaba así porque estaba reservada para los pájaros. Media habitación, en concreto, en la que los canarios, jilgueros y demás aves volaban a su gusto. Tenía un doble cierre. Tanto en la puerta como en la pajarera en sí, pero eso no impidió alguna incursión infantil para acabar bañados en alpiste. Aquella habitación tuvo que ser reformada según la familia fue aumentando, circunstancia esta que también llevó a la perra Laika a casa de unos amigos cambadeses.

No impidieron estas circunstancias que siguiera habiendo animales en casa. El característico trino de un ruiseñor del Japón todavía tiene un hueco en la memoria y el acuario, dos en su caso, otro en el paisaje familiar. Hace ya un par de años que, en su caso, Bimba, que no es una perra es un torbellino, le ofrece la posibilidad de discutir con alguien en cualquier momento. Y a veces le replica la tipa.

La teima del señor Tomás con los animales viene de lejos. Presume de haber criado patos en las aguas del Lérez, lo que al parecer le valló algún desencuentro con las fuerzas del orden en forma de multa, pero evidentemente no es una teima exclusiva de los Garrido. A mucha gente le gusta tener la compañía de los animales. Y el covid-19 no puede tampoco con eso. En la Protectora de Vilagarcía han retomado esta semana las adopciones. Con todas las medias de seguridad por el coronavirus y con el mismo cuidado a la hora de elegir a los adoptantes. No pueden andarse con descuidos en la Protectora. Lo saben bien y si no, lo recordaron al inicio de confinamiento. ¿Se acuerdan de la coña que se hacía con que había gente que querría tener un perro solamente para poder salir con él la calle? Pues sucedió en Vilagarcía. Durante el primer fin de semana de confinamiento, allá por el mes de marzo, hubo una mini excursión de vilagarcianos en busca de un can para poder darse un garbeo por el monte. No solo eso. En el colmo del despiporre, de ese arrebato súbito, vírico y zoofílico, recibieron alguna llamada en la que le reconocían que solamente querían adoptar a un perro mientras durara la cuarentena, para devolverlo después.

Afortunadamente, hay muchas más personas con sentido común y mejores intenciones. El lunes se fueron del refugio de Pinar do Rei los primeros animales, camino de sus nuevas casas, y ya hay lista de espera hasta la semana que viene. Otro pasito para recuperar la normalidad. Un pasito de cuatro patas en este caso.