Mausiño, el vino «joyita» que pide paso

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

CAPOTILLO

El caldo experimental de la bodega Moraima está hecho con uva de una variedad única en Galicia, la ratiño

16 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia, la tierra donde comer y beber es un deporte de élite, tiene la suerte de contar con guardianes de sus variedades autóctonas. Ocurre así con algunas bodegas, que con mucha paciencia y una buena dosis de romanticismo están luchando por salvaguardar las variedades de uva más genuinas de esta tierra. Es el caso de Viña Moraima, ubicada en el municipio pontevedrés de Barro. Esta empresa puso los ojos hace cuatro años en una variedad de uva que crecía en algunos de sus viñedos, la ratiño, que debe su nombre a su tamaño diminuto. Con la complicidad de la Misión Biológica de Galicia, confirmaron que era una variedad autóctona única en el mundo. Y, a partir de ahí, la bodega se puso a trabajar para hacer vino de ratiño exclusivamente, ya que antes se mezclaba con otra uva. Moraima va ya por la tercera añada de ese caldo, al que bautizó como Mausiño. Queda mucho trabajo por delante, ya que el vino aún no puede comercializarse. Pero no importa. Porque los productores ya saben bien que lo que tienen entre manos no es cualquier cosa. «É unha joyita», resume con emoción uno de ellos.

Para entender la historia de Mausiño hay que hablar de sus creadores, de los socios de Moraima. En el año 2006, once pequeños productores de vino de Barro decidieron unirse. Se avecinaba tormenta con la crisis económica y pensaron que juntos, seguramente, serían más fuertes. Acertaron. Pusieron en marcha su bodega y, dentro de la Denominación de Orixe Rías Baixas, sacaron al mercado vinos albariños como el Moraima y el Aba de Trasumia. Pero ya dieron muestras también de querer diferenciarse en el mercado y, sobre todo, de su interés por aprovechar todo lo que daban sus vides. Así, comercializaron también un tinto con la variedad caíño. «O tinto de uva caíño estábase facendo en moi pouca cantidade na DOP e a enóloga que trabajaba con nós nese momento, Cristina Yagüe, convenceunos para dar ese paso e apostar por el», señala Roberto Rivas, uno de los productores.

En el mercado internacional

Así, poco a poco, y con esos tres vinos como bandera, la cooperativa Moraima se fue introduciendo en el mercado. Le costó abrirse puertas en Galicia y en el mercado nacional. Pero, afortunadamente, encontró un hueco por el que colarse en la esfera internacional. Vende en Estados Unidos, México e Inglaterra. Y, desde hace un tiempo, puso una pica en Flandes y está también en algunos restaurantes y vinotecas gallegas.

«Todos queremos vender aquí, pero aquí hai moita competencia

», indica Roberto Rivas.

Mientras la bodega crecía, hace cuatro años, entró en escena la uva ratiño, esa que llevaba más de cien años creciendo discretamente en algunos viñedos de Barro y que también se topó en Cabanelas (Cambados) o en la Ribeira Sacra, donde le llaman colgadeira. Pero en la que nadie se había fijado lo suficiente. Moraima sí lo hizo. Además, Carmen Martínez, responsable de los estudios de viticultura en la Misión Biológica de Galicia, les dio un espaldarazo definitivo cuando les confirmó que la ratiño era una uva autóctona que no estaba registrada todavía en el Ministerio de Sanidad. Se empezaron a mover papeles y hacer experimentos para ver si era posible hacer vino con ella y que se diese de alta en el catálogo oficial.

No solo se sacó caldo de ratiña, sino que se trata de un vino «que non se parece a ningún outro». Como está en fase experimental, no puede venderse todavía, a la espera de que Sanidad registre la variedad y el consejo regulador la acepte. Pero Moraima sacó este año 350 litros del vino para llevarlo a catas. Gusta porque es aromático y porque sabe a algo nuevo. Moraima lo bautizó como Mausiño porque una bebida tan especial, con una uva única de Galicia, tenía que tener un nombre con idioma propio, un maridaje entre el mouse inglés y el rato gallego. Casi nada.

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