Un Dedal de Oro avala el talento de un diseñador de moda que ha creado un universo nupcial con carácter y que, ahora, se ha enrolado en la creación de vestuario para las artes escénicas

rosa estévez
Licenciada en Ciencias da Información pola Universidade de Santiago de Compostela

Franco Quintáns tiene esa sonrisa amplia y alegre de quien consigue cargar cada minuto del día de sentido y sensibilidad; la conversación fluida de quien acumula saberes inesperados, capturados desde aquella infancia en la que echaba mucho tiempo entre costuras, absorbiendo todos los conocimientos que su madre le transmitía sin darse cuenta, experimentando con las telas sin proponérselo, aplicando sin reflexión previa los secretos aprendidos en el Club de Manualidades Carlos Maside a fabricar con esmero los disfraces que iban a lucir él y todos sus amigos de Carril. Siendo niño, todo anunciaba lo que iba a ocurrir: Franco Quintáns decidió un buen día que quería ser diseñador de moda, y no se detuvo hasta lograrlo. Estudió en Vigo y en 1995 ya estaba preparando su primer desfile en Camariñas.

Ramón Leiro

El talentoso arousano se especializó en moda nupcial. Sus trajes de novia -hermosos, dotados de esa belleza sólida que aporta el carácter- le dieron fama, y le valieron también premios como el Dedal de Oro que conquistó en 2014. Aún diseña con esmero vestidos para las novias que llaman a su puerta. Pero hace ya tiempo que este creador descubrió que es un hombre multitarea, que puede -y que necesita- sostener varios proyectos en el aire, como los malabaristas sostienen los aros que lanzan a lo alto. Solo así se explica que, sin soltar la brida de su taller nupcial, Franco Quintáns se haya implicado por completo en el proyecto de la compañía de Pablo Méndez Performances, una exitosa empresa que, desde Pontevedra, ha logrado saltar a la vanguardia del sector de los espectáculos aplicando una máxima que siempre funciona: trabajo y una buena dosis «de magia e ilusión», dice Franco Quintáns.

Fue la amistad lo primero que lo unió a Pablo Méndez. Y de esa amistad surgió la idea de que el carrilexo diseñase el vestuario necesario para dar vistosidad a alguno de los números de la compañía. No era la primera vez que el diseñador arousano se veía en ese trance: ya en 2013 había colaborado con una compañía amateur de Madrid diseñando el vestuario para un musical de La Sirenita. Fue una experiencia gratificante. «El espectáculo siempre me gustó; llevo años pensando que me gustaría hacer el vestuario para una ópera o un ballet», cuenta el diseñador carrilexo. Por eso, la oportunidad de sumarse a la compañía de Pablo Méndez le llegó como anillo al dedo. Y eso que significa salir, de una forma radical, de esa zona de confort a la que la mayoría del mundo parece aspirar, pero que a Franco Quintáns le quita el aliento. «Me encanta lo que estoy haciendo. Es un reto continuo», explica. Porque hasta él llegan ideas que flotan en el ambiente; personajes imposibles que giran en la imaginación su creador. Y a él le toca hacer que esos seres fantásticos, esos habitantes de mundos maravillosos, que se mueven sobren zancos, que ondean en el cielo amarrados a unas grandes pértigas, que lucen cuernos brillantes, se hagan realidad.

Por eso, cuando camina por la calle, Franco Quintáns lo observa todo con unos ojos distintos a los del resto del mundo. En una ferretería puede encontrar el elemento clave para dar forma a uno de sus trajes. En un bazar, las piezas que, sumadas con arte, acabarán convertidas en una espectacular máscara de pájaro. Mirar el mundo desde todos los ángulos es uno de los requisitos imprescindibles para construir las maravillas con las que Franco Quintáns viste a los personajes de los sueños de Pablo Méndez. Pero para hacer posible lo imposible hace falta, también, mucho estudio. Al imprescindible análisis de los materiales, que no deben pesar, que no deben ahogar al artista, se suma la obsesión por la perfección que le ha llevado a recortar a mano todas las plumas de un traje de cisne, respetando los distintos tipos de plumaje que tiene ese bello animal. ¿Por qué? Por que es esa coherencia la que hace, del suyo, un maravilloso trabajo. La que marca la diferencia. La que hace de sus diseños puro arte.