El grovense Dani Cornes dirigió un corto que promocionará la candidatura de las islas a Patrimonio de la Humanidad

rosa estévez
Licenciada en Ciencias da Información pola Universidade de Santiago de Compostela

El sonido del mar, en su perpetuo movimiento, acompaña los primeros pasos de Onde dormen as gaivotas, el cortometraje que ha ganado el Desafío Audiovisual lanzado por el Concello de Vigo alrededor de las islas Cíes con la intención de que los trabajos presentados se conviertan en embajadores del archipiélago en su periplo para ser declarado patrimonio de la humanidad. El corto remata con el sonido agitado de una respiración. Entre un plano y otro discurre la historia de Amelia, una bióloga enviada a tomar muestras a Cíes en un futuro distópico en el que nuestro planeta se muere.

El argumento es cosa de Dani Cornes, un joven grovense. El argumento es cosa de Dani Cornes, un joven grovense que también dirigió el pequeño filme. No trabajó solo: en el viaje lo acompañaron un buen puñado de sus compañeros de la promoción 2015-2019 de Ciencias Audiovisuales, la carrera que finalizó el pasado verano. Fue entonces cuando el Concello de Vigo lanzó las bases de su desafío. Y Cornes se puso al teclado, pergeñando una inesperada historia de ciencia ficción que sirve como coartada para mostrar la belleza agreste de las Cíes, pero también de mensaje ante la situación de emergencia climática en la que, ahora ya de forma oficial, estamos metidos.

MARTINA MISER

Con la propuesta aprobada, tocaba ponerse a trabajar. Ariadna Cordal, una joven promesa de Cambados que formó parte del equipo como ayudante de dirección, directora artística y editora -«en realidade, fixen un pouco de todo porque o equipo técnico era moi pequeno», dice-, asegura que hubo que hacer los trabajos de preproducción a toda velocidad. Pero ese ritmo no impidió que las cosas se hiciesen bien. Y quizás eso explique, abunda Dani Cornes, que en los tres días que tuvieron para rodar se pudiese sacar adelante el trabajo. Y que se lograse hacerlo, además, con el grado de exquisitez alcanzado.

El equipo que hay detrás de este proyecto está plagado de talentos. Talentos que, a estas alturas, se encuentran en el limbo de quienes han terminado sus estudios y aún no han logrado encauzar su carrera. El éxito de Onde dormen as gaivotas puede que les allane una ruta que todos saben que no va a ser fácil. En cualquier caso, no están esperando de brazos cruzados la llegada de su gran oportunidad: la buscan con ahínco. Dani Cornes está buceando en varios proyectos, «pendulando», dice él, entre unos y otros. Y Ariadna otro tanto de lo mismo: ha formado parte de iniciativas como la aplicación turística gamificada que hoy mismo presenta el Concello de Pontevedra.

«Hai moito talento por aquí». «Hai moito talento por aquí. Non só no noso grupo, outros compañeiros teñen participado no mesmo certame ca nós». Puede que no hayan ganado, pero han hecho grandes trabajos que se pueden visionar, al igual que el que nos ocupa, en la Casa das Artes de Vigo. Dada la calidad de las propuestas de sus rivales, haber logrado el premio ha sido «un orgullo» para el equipo del que forman parte este grovense y esta cambadesa. En el caso de Dani Cornes, el éxito no es nada nuevo: este joven meco lleva demostrando su talento desde que, hace años, siendo alumno del instituto Monte da Vila, impulsó aquel vídeo viral del Rías Baixas Style, que sonó en carnavales y fiestas por toda Galicia. «Foi un traballo de instituto, estivo ben», dice él sin querer hablar mucho más de un proyecto que observa ahora, desde la distancia que dan los años, con el escepticismo de quien hubiese preferido hacer las cosas de otra manera. Tras aquella experiencia, Cornes siguió explorando el mundo de la música, y grabó varios temas que siguen siendo reproducidos en Internet. «Está ben», dice con entusiasmo medido un rapaz que ha descubierto que le encanta el cine. Que lo suyo es contar historias, crear personajes como el de la bióloga Amelia.

Quizás por eso, cuando decidió sumarse al Desafío Audiovisual Cíes, descartó los caminos fáciles. «Non estaba cerrado que tipo de produto había que facer, así que optamos por unha curtametraxe». Y no por una cualquiera, sino por una historia de ciencia ficción. Un género «que se non o levas moi estudado, non funciona ben. Esixe máis que outras fórmulas», explica Cornes.

Con la ayuda de 800 euros que les daba el Concello de Vigo para realizar su trabajo, adquirieron sobre todo el vestuario para el cortometraje. «Decidimos rodar cunha actriz e unha voz para simplificar», para evitar ruidos que pudiesen acabar distrayendo la atención o desluciendo el resultado final. Pero eso no ocurre. El mensaje de Amelia llega, alto y claro, a través de la pantalla.