La compositora y cantante actúa el sábado (00h) en la sala Krazzy Kray de Cambados
22 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Sobre el escenario, con los pies inmóviles, mientras canta, Cora Velasco agita sus brazos y abre todo lo que puede los dedos de sus manos. Como intentando abarcar el máximo espacio posible. Son gestos espontáneos que heredó de sus pinitos en la danza y de su alter ego como actriz. Pero al tiempo hay en ellos algo de metáfora. De su ansia soñadora, de su emotividad incontenible. Y de sus pies en la tierra, que también.
Este verano pasó por los escenarios del Portamérica, del Festival de la Luz o del Ribeira Sacra. Todo un lujo. Pero aún tiene un disco por exprimir, Sortilegios, un disco colorista de pop atemporal, rara avis en la música gallega.
-¿Tienes la sensación de que tu música no va con tu tiempo?
-Desde luego. A mí me encanta rebozarme en el pasado, principalmente en los 80. Prueba de ello son las versiones que hago: Nacha Pop, Esclarecidos... Creo que a esa época no se le rinde el culto debido.
-¿Te sientes la rarita de la clase?
-Siempre. Esa he sido yo toda mi vida. Y me gusta ser así.
-¿Cómo viviste la experiencia de los festivales este verano?
-Fue increíble. No solo los festivales. También volver al Náutico. O el concierto del Albariño, que para mí fue la gran cita del verano. En los festivales he descubierto que me gusta tocar a horas tempranas. Pero no antes de un triunfito, como me pasó en el de la Luz. Había demasiadas hormonas (se ríe).
-Y ahora toca ir a las salas.
-Me encanta. En las salas es donde de verdad se curte un grupo. Cuando sacas un disco necesitas girarlo a tope. Y con el mío eso estaba por hacer.
-¿Han cambiado mucho las canciones en este tiempo?
-Claro, hay algunas que ya no las toco porque siento que no conectan con la gente. Además no paro de componer y siempre quiero incluir las últimas en el repertorio. Es algo que tengo que corregir.
-¿Qué queda de Cora Sayers en Cora Velasco?
-Algo siempre queda, pobriña. El tesón, el empeño en seguir currando. Como Cora Sayers me dejé los cuernos haciendo yo todo. Me quedo con ese trabajo, ese aprendizaje. Con la ilusión y la constancia. De la música sí que no queda nada. No quiero ni escuchar aquellas canciones.