Palmeras en la morgue

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Mónica Irago

El implacable picudo acaba con el segundo ejemplar centenario de Ravella, devora una veintena de ellos en el parque de O Centenario y ataca Rodrigo de Mendoza

18 oct 2019 . Actualizado a las 08:25 h.

Las palmeras de Ravella habían visto mucho. Fueron plantadas entre 1905 y 1910, así que, como mínimo, estamos hablando de los últimos 107 años de historia de Vilagarcía. La guerra de Marruecos, la dictablanda de Primo de Rivera, la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la República, la Guerra Civil y la despiadada pesadilla del franquismo, la transición, el estatuto de autonomía de Galicia, las alcaldías democráticas, el 23-F, las andanzas de los clanes de la ría, el Prestige, inundaciones, incendios. Qué se yo. Cuanto puedan y quieran recordar. Hasta la llegada del hombre a la Luna, ahora que se conmemora su 50 aniversario. Y todo lo habían aguantado. Todo, salvo el voraz apetito del escarabajo picudo, que se las ha llevado por delante. Hace casi un año, el Concello se vio obligado a talar uno de los dos ejemplares, meses después de haber detectado la presencia de la plaga e intentado salvarlo sin éxito. La asimetría que la fachada de la Casa Consistorial no había conocido en un siglo concluyó esta tarde, cuando le llegó la hora a su compañera, derribada por los servicios municipales. Los tratamientos se sucedieron. Agresivos insecticidas fueron aplicados con el objetivo de acabar con el bicho, pero no ha habido más remedio que tirar la toalla. La capital arousana se ha quedado sin sus palmeras más señaladas.

Si fuese cierto aquello de que el mal de muchos es el consuelo de los más tontos, no habría problema en echarse a dormir en un plácido estado de idiotez. Porque si algo no falta, ni en Vilagarcía ni en la comarca, son palmeras devoradas por el maldito picudo. Una docena de ellas cayeron el mes pasado en A Illa. Pero es que ayer mismo, horas después de la ejecución de la última de Ravella, el Concello taló también otro espécimen de gran porte en la avenida Rodrigo de Mendoza. Lo mismo que el gran árbol de Doutor Fleming, fulminado en febrero. Quien frecuente el parque de O Centenario sabrá que las palmeras que crecían frente a la dársena 2 del puerto acaban de correr idéntica suerte. De la veintena que poblaban los jardines solo quedan dos en pie.

Y la plaga suma y sigue. A este paso, será difícil que se salve alguna. Las palmeras del parque Miguel Hernández deben de estar temblando. El escarabajo ataca antes a los especímenes más altos y es capaz de horadar su tronco de arriba a abajo en busca de alimento.

Además de ser muy agresivo, cada tratamiento cuesta entre trescientos y quinientos euros, y es preciso aplicarlo varias veces al año. Así las cosas, no es de extrañar que las palmeras plantadas en fincas particulares sean pasto del picudo y se conviertan en focos de expansión de un fenómeno que pinta muy mal.