Jade, oro y una famosa fábrica de cerveza

a.g. VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

27 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La cervecería local es una leyenda, dice la página de información turística de Nueva Zelanda sobre Greymouth. En ella se explica también que al lugar lo llamaban los maoríes Pa Mawhhera, que significa desembocadura ancha del río, en una curiosa coincidencia con Arousa, ya que seguramente habrían bautizado los maoríes a las rías, en el caso de haberlas conocido, de una forma muy similar. Tiene una población de alrededor de trece mil habitantes, es decir muy parecida a la de O Grove o Cambados y cuenta ahora con el turismo como su principal vía de entrada de recursos. Eso, hoy en día, porque años ha fue la minería su gran riqueza, con el jade, y sobre todo, el oro como principal fuente de ingresos. De hecho una de las excursiones que se pueden realizar por las inmediaciones de Greymouth es la que discurre por el sendero Elisabeth Track, que atraviesa una reserva paisajística y viejas minas de oro. En cuanto al jade, quien lo desee podrá encontrar en la ciudad establecimientos especializados en su venta.

Greymouth saltó a todos los noticiarios hace nueve años, en noviembre de 2010, cuando una treintena de hombres quedaron atrapados en una mina tras una serie de explosiones sucesivas de metano, en lo que fue calificado como el peor desastre minero de la historia de Nueva Zelanda.

Evidentemente, en una población pegada al mar, la pesca es otro de los puntos sobre los que quiere Greymouth fomentar su atractivo turístico, en su caso con la pesca con mosca como gran baza. Y ahí se acaban las semejanzas, escasas es verdad, que pueden encontrarse entre O Salnés y su antípoda, porque en cuanto a las playas, y a tenor de la fotografías que se pueden encontrar en la red, no hay comparación posible: gana Arousa por goleada. Por goleada y por calidad de sus arenales.

Quien quiera conocer donde se ubica la antípoda de O Salnés -opción válida incluso para los renacidos terraplanistas que últimamente nos acosan- que sepan que le separan veinte mil kilómetros de nada y prácticamente un día entero de viaje en avión, sin contar las escalas necesarias para llegar hasta ahí.