El vandalismo se ceba de nuevo con la escuela de idiomas de Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La cerradura del acceso principal al recinto amaneció ayer bloqueada con silicona

07 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay nadie más peligroso que un energúmeno que se sienta llamado a cumplir una misión. Hace exactamente cinco años, la escuela oficial de idiomas de Vilagarcía padeció una secuencia de actos vandálicos que movilizaron al Cuerpo Nacional de Policía y a la Policía Local. El autor o autora de los desmanes, que incluyeron diversas operaciones con excrementos de perro, se dedicaba, entre otras cuestiones, a bloquear el acceso al centro a base de cegar la cerradura de la verja que cierra su recinto. El incremento de la vigilancia sobre el entorno del Bosque dos Desamparados y la perspectiva de que un sistema de cámaras controlase el lugar parecieron disuadir al empecinado sujeto, que apenas dio señales de vida en todo este tiempo. Hasta ayer. Como todo lo bueno se acaba, el vandalismo hizo de nuevo acto de presencia.

Cuando el personal de la escuela se disponía a abrir la puerta del cerramiento se encontró con que la cerradura había sido inutilizada con silicona. Así que su director, Juan Paz, acudió a Comisaría para interponer la correspondiente denuncia. Como sucedió en el 2014, parece que el problema se centra, de nuevo, en el acotamiento del recinto exterior de las instalaciones, que los vecinos de la zona acostumbraban a utilizar como paso hacia las zonas verdes de Os Desamparados, situadas en la parte posterior del centro educativo. Entonces, las sospechas apuntaban a un individuo, empeñado en que su perro hiciese sus necesidades en el pequeño jardín que rodea al edificio. El propio uso de excrementos caninos para entorpecer la apertura de la escuela dejaba bien claras las intenciones de este tipo, que incluso hacía que su mascota saltase la verja para que el animal campase a sus anchas y defecase a gusto.

Aquel cierre perimetral fue instalado por la Consellería de Educación, propietaria del complejo, en las Navidades del 2013. Un motivo semejante interviene ahora, ya que el departamento autonómico acaba de completar el vallado sobre un tramo de acera libre que los vecinos seguían utilizando. «Nós o único que tratamos é de dignificar esta zona, plantamos árbores, as únicos, por certo, que medran no noso entorno, e instalamos mobiliario urbano», indica Paz Valle. El resto, explica, responde a una medida de seguridad básica. No hay un solo colegio ni un instituto que no dispongan de cerramiento. La escuela oficial de idiomas, razona el director, no tiene por qué ser una excepción.

Sustancias pegajosas y excrementos de perro para intentar revertir el cierre del perímetro del centro

El origen del conflicto apunta, por lo tanto, a la instalación de un cierre exterior para la escuela oficial de idiomas. Cuando todo comenzó, hace cuatro años, el director del centro tuvo que acudir a Comisaría en cinco ocasiones. Las heces de perro eran el material por el que quien se dedicaba a bloquear las cerraduras sentía una mayor predilección. Tampoco faltaron amenazas al profesorado. En esta segunda acometida, que de momento ha generado dos episodios y un escrito anónimo, sus preferencias se decantan hacia los productos pegajosos. La silicona, ayer, y una de las marcas más conocidas de pegamento fuerte, a comienzos del mes pasado.

Entre los vecinos del entorno pulula, a la vista está, quien está dispuesto a cualquier cosa para acabar con el vallado perimetral de la escuela. Afortunadamente, la mayoría de ellos, aunque piden una solución para el acceso a las zonas verdes de Os Desamparados, muestran actitudes muy razonables. «Es verdad que los niños y quienes tenemos perros lo tenemos más difícil para acceder a la parte posterior de las instalaciones, y tenemos que dar un buen rodeo, pero comprendemos que el centro, como cualquier otro, necesite un cierre, y que están tratando de mejorar la estética de la zona», indica una joven que vive muy cerca de las instalaciones educativas.

Podría haber una solución fácil, añade la mujer. El espacio que media entre las gradas del campo de fútbol de A Lomba y el edificio de la escuela de idiomas presenta una imagen totalmente descuidada. Debidamente adecentado, podría funcionar como ese tránsito que reclama el vecindario.