Un salto limpio entre don Manuel y Cabanillas

AROUSA

MARTINA MISER

Vctor Caamaño, concejal y candidato del BNG, saltaba limpiamente en el 2007 la valla que rodea el busto de Cabanillas

22 may 2019 . Actualizado a las 12:42 h.

Bajo cierto punto de vista, la política en Cambados transita entre esculturas. Cuando el Partido Popular quiso dejar bien claro quién mandaba en la villa, colocó en Torrado una efigie de Manuel Fraga, copa en alto. Sofocado el subidón conservador, que duró casi treinta años, el cuatripartito procedió a la operación inversa. Es decir, a liberar al fundador de la gaviota de la grave y agotadora responsabilidad de brindar eternamente a la salud del albariño desde una plaza pública. Los viticultores, que afirmaban haber pagado la obra, pusieron el grito en el cielo. Al igual que el presidente del PP cambadés, que se preguntaba si el gobierno local demolería también el parador. Al fin y al cabo, lo había construido Fraga, razonó Luis Aragunde, como si al patrón le hubiesen asistido poderes mágicos equiparables a los de aquellos genios de los cuentos de las mil y una noches, capaces de levantar un palacio de ensueño entre que sale la luna y canta el gallo. Al final, resultó que Lucas Míguez, autor de la pieza, no había cobrado por ella más que un 15 % de los veinte mil euros que costó el trabajo. Así que la imagen de don Manuel acabó en una finca propiedad del escultor, en Meis, bajo la refrescante sombra petrucial de un hórreo del país. Un destino que, a poco que uno lo medite, se antoja mucho más amable para la memoria de quien gobernó Galicia durante quince años que el encargo de encomiendas póstumas como la promoción perenne de los rías baixas. En ello tuvo mucho que ver Víctor Caamaño, concejal y candidato del BNG, que en el 2007 saltaba limpiamente la valla que rodea el busto de Cabanillas. De nuevo una escultura, ya lo ven.