Dos jóvenes de 25 y 28 años salvan a una mujer de ser agredida por su pareja en Vilaxoán

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

Facilitaron que la víctima huyese del piso en el que el hombre la acorralaba y lo retuvieron hasta que llegó la policía

05 may 2019 . Actualizado a las 21:29 h.

Si dos chavales de 25 y 28 años no llegan a intervenir, es más que probable que los titulares hablasen hoy de la enésima víctima de una brutal agresión machista, y los sangrantes listados de mujeres asesinadas a manos de sus parejas sumasen una muesca más. Que no haya sido así se debe a Alejandro Roche Justo y a Christian, dos jóvenes que se la jugaron en Vilaxoán para evitar que un individuo siguiese machacando a su mujer.

El salvaje episodio de violencia machista tuvo lugar en una barriada popular, en un portal de la calle Almirante Fontán, perteneciente a la zona sur de Vilagarcía. Su autor, un hombre oriundo de Navarra, de unos cincuenta años e iniciales A.?R.?E., que regresaba a eso de las diez de la noche del sábado a la vivienda que compartía con su pareja. Por lo visto, su relación se interrumpió tiempo atrás, pero la habían rehecho hace cosa de dos años. Desde diciembre, ambos ocupaban el piso en el que el tipo quiso entrar en un evidente estado de embriaguez. La mujer se negó a dejarlo pasar y él se echó a dormir en el rellano. Media hora más tarde, en cuanto abrió un ojo, el agresor se abalanzó sobre la entrada del apartamento, que aporreó mientras profería amenazas de muerte hacia la mujer.

En pleno arrebato, el hombre echó la puerta abajo y se introdujo en la vivienda hasta acorralar a su aterrada víctima contra una ventana. Se trataba de un tercer piso generoso, una altura de unos quince metros desde la que cualquier caída puede resultar mortal. «Yo estaba en casa, esperando a mi mujer y haciéndoles la cena mis hijas, cuando escuché un jaleo fuera», explica Alejandro, que vive junto a su familia en el siguiente portal. El joven, de 28 años, cerró con llave y bajó a la calle en bata y zapatillas. «Desde allí podía verse a la mujer, llorando, contra la ventana, y se escuchaba al tipo insultándola. Le decía ‘‘eres una puta y te voy a follar’’ y le pegaba. Uno de los golpes que le dio se escuchó en todo el vecindario».

Temiendo que el individuo la arrojase al vacío, Alejandro se puso a gritar. Interpeló al agresor y lo insultó, retándolo a que bajase y se enfrentase a él. Su actitud puede haber valido una vida, puesto que logró llamar la atención del energúmeno hasta que se asomó a la ventana. Ese instante fue aprovechado por la mujer para escabullirse. Otro vecino, también muy joven, Christian, de 25 años, que estaba cenando en casa de sus padres, salió entonces a las escaleras y ayudó a la víctima a abandonar el bloque de viviendas. Entre él y Alejandro bloquearon el portal, desde su exterior, para impedir que el tipo escapase hasta que la Policía Local de Vilagarcía se hizo cargo de la situación.

Los agentes municipales no lo tuvieron fácil, porque el hombre estaba fuera de sí y se resistía a diestro y siniestro, pero finalmente lo inmovilizaron en el suelo para esposarlo e introducirlo en un coche patrulla. El sujeto se daba de cabezazos y seguía amenazando con matar a su pareja, que lloraba sentada en un banco.

Lejos de calmarse, el agresor continuó insultando a todo quien se le pusiese por delante, sobre todo si se trataba de mujeres, tanto en el centro de salud de San Roque, adonde fue conducido y se negó a recibir atención, como en el calabozo en el que acabó confinado al grito de: «Sois todas iguales, unas putas». «Yo -reconoce Alejandro- no me quiero colgar ninguna medalla, pero no podíamos quedarnos sin hacer nada». Bendita reacción la suya.