La evangelizadora de la tercera dimensión

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Sabela Muñiz usa la tecnología 3D para modelar prototipos, o crear escenas que ayuden a visualizar todo tipo de ideas

03 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Sabela lleva un bonito colgante. Una Venus de Willendorf con toda su rolliza belleza prehistórica, que parece hecha de un metal igual de pesado y antiguo. Pero no. «Lo imprimí hace unos días», dice su dueña mientras se lo quita y lo posa en mi mano. Es ligero como una pluma al viento. Miro a la pequeña diosa, y me doy cuenta de que es un símbolo de la fertilidad de ideas de Sabela Muñiz, la emprendedora que hace un año puso en marcha Alobre 3D. Una joven de risa fresca que parece haber encontrado la fórmula para equilibrar su yo creativo con su yo tecnológico. Dos caras de una misma moneda que el sistema educativo parecía empeñado en separar, pero que finalmente parecen haber encontrado la manera de convivir con una cierta armonía.

Pero dejemos la filosofía a un lado. Miremos a los ojos a Alobre 3D, que es lo mismo que mirar a los ojos a Sabela Muñiz. ¿A qué se dedica esta vilagarciana? Ella suelta, primero, una definición plagada de tecnicismos con la que suele enfrentarse a los que saben de tecnología. «Porque si no parece que no te toman muy en serio». Luego se lanza a ofrecer su mejor versión de su empresa, la que viste con sus propias palabras y raudales de pasión. «Yo cojo la idea del cliente y la modelo en 3D», explica. Eso permite ver y tocar una pieza, comprobar si el resultado es el imaginado, si se ajusta a las necesidades. Se pueden hacer prototipos de todo tipo de elementos. O se puede construir una escena e incorporarla a un vídeo que permita a las empresas explicar a sus clientes sus propuestas. Porque, al fin y al cabo, las imágenes siguen valiendo más que mil palabras. Y más en estos tiempos, en los que nos hemos acostumbrados a aderezar nuestros mensajes escritos con fotos, gifs y emoticonos.

La propuesta de Sabela parece condenada al éxito. Esto es el siglo XXI, y las nuevas tecnologías, el modelado y la impresión 3D, o la realidad aumentada y virtual están por todas partes... O no. «Cuando hablas de estas cosas, parece que todo el que sabe de tecnología está en Silicon Valley; o que para saber de esto tienes que ser un adolescente con capucha», nos cuenta Sabela. Ella, que ni es adolescente ni viste capucha, ha tropezado ya con todas las barreras que separan el mundo de las tecnologías del de sus potenciales clientes, ese crisol de pequeñas y medianas empresas que siguen pensando que «esto es algo que no va con ellos, o que está fuera de su alcance».

Así que, tras invertir muchas energías en dar forma a Alobre 3D, Sabela se dedica ahora a «evangelizar» sobre esta tecnología, intentando darla a conocer, desbaratando mitos, abriendo puertas para que todas sus potencialidades puedan ser aprovechadas por negocios de todos los tamaños. A esa labor didáctica y dinamizadora, imprescindible para que su empresa tenga una larga vida, dedica esta vilagarciana casi tanto tiempo como el que emplea en tejer redes con otras empresas y entidades. Porque en Galicia el minifundismo es tal que llega, incluso, al terreno de los negocios. «Cada uno cultiva su leira, en vez de relacionarnos, unirnos y sumar conocimientos».

Sabela se rebela contra esa forma de hacer las cosas, y lo hace con la misma intensidad con la que en su día se rebeló contra un futuro que le obligaba a escoger entre tecnología y arte. Al principio, dice, cayó en la trampa. «Me matriculé en arquitectura y salí corriendo. Me cambié a diseño de interiores, y al mismo tiempo entré en contacto con el mundo 3D». Incapaz de pararse, siguió engordando su currículo con cursos de restauración de bienes patrimoniales, que la llevaron a acariciar la idea de poner en marcha una empresa de virtualización del patrimonio «para dar vida ‘a cuatro piedras’».

Aquella primera idea no cuajó. Pero en vez de rendirse, nutrida por experiencias y conocimientos acumulados durante años, Sabela decidió pararse y pensar. «¿Todo lo que sé, hacia dónde lo puedo enfocar? ¿Para qué le puede servir a otra gente?». La respuesta a esas preguntas la encontró en Alobre 3D.

Muchas pequeñas empresas siguen pensando que el 3D está fuera de sus posibilidades