El hombre que quemó su maleta en Cáritas no encontraba dónde dormir

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Mónica Irago

El incidente se produjo tras una larga tarde de trasiego etílico en un bar próximo

24 feb 2019 . Actualizado a las 21:00 h.

Llamativa como pocas, y no exenta de peligro, la ocurrencia de incendiar su propia maleta, que un individuo llevó a efecto el martes por la noche, a las puertas del comedor social de Cáritas, continúa coleando en Vilagarcía. Especialmente entre los vecinos y los responsables de los negocios que funcionan en el entorno de la plaza de la Constitución y el tramo inicial de Rey Daviña. El autor de tan particular hoguera responde a las características que las oenegé que operan en la capital arousana atribuyen a un transeúnte. Esto es, una persona que está de paso y se deja caer de vez en cuando por la ciudad. Al parecer, en la decisión de calcinar sus pertenencias tuvieron mucho que ver las dificultades que el hombre encontraba para hallar un sitio en el que dormir.

Para empezar por el final, cabe destacar que ni las instalaciones exteriores de Cáritas ni el propietario de la maleta destruida sufrieron daños, más allá del tiznado que ganó, eso sí, la acera. Un par de patrullas de la Policía Nacional y una de Comisaría se desplazaron, hacia las nueve y media de la noche, a la avenida Juan Carlos I, muy cerca del escenario del fuego, para identificar al sujeto, que apenas se había distanciado unos metros de la puerta del comedor social. Tras una prolongada conversación, el transeúnte no fue, finalmente, detenido. Los agentes se limitaron a calmarlo y tomar nota de lo ocurrido para elaborar un informe.

No es que el hombre se encontrase en su mejor momento, puesto que mostraba evidentes síntomas de haber satisfecho su sed con largueza, y no precisamente a base de aguas con gas. Pero debió de conseguir que sus explicaciones resultasen medianamente convincentes, a la vista de que la cosa no tuvo mayores consecuencias.

«Se pasó todo el rato bebiendo aquí, junto a una mujer; no frecuentan este bar, deben de ser de fuera», señala un cliente que coincidió con la pareja en el establecimiento en el que ambos se abandonaron a una larga tarde de trasiego etílico. Antes habían comido en Cáritas, lugar que han visitado al menos en otra ocasión, hace ya tiempo. Quienes los trataron señalan que el hombre procede de Levante. «Estaba enfadado porque decía que no encontraba pensión -indica el mismo testigo-; en un momento dado dejó su maleta fuera y, por lo visto, alguien se la abrió». De ahí que el hombre, que había agotado su cupo de tres noches por quincena en el albergue de la Cruz Roja, se quejase de haber sufrido un robo, poco antes de mandar el equipaje al diablo.