Esta marca la peleamos en el juzgado

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Yatecomeré, la tienda vilagarciana Bembó y la bodega Anadigna tuvieron que luchar contra grandes multinacionales para poder seguir usando el nombre elegido para sus productos

01 feb 2019 . Actualizado a las 14:13 h.

Poner en marcha un negocio o una pequeña empresa es un proceso harto complicado, sobre todo, cuando se hace con más ganas e ilusión que recursos. Y lo es todavía más si, de repente, un día, una gran multinacional se fija en la marca elegida para los nuevos productos y decide que es demasiado parecida a la suya. Entonces empieza una engorrosa batalla en la que el nuevo empresario tiene que perder tiempo y dinero. De eso saben mucho tres arousanos. Carlos Rey Lustres, de la bodega Anadigna, acabó peleado en los juzgados con Codorníu. La tienda vilagarciana Bembó se vio las caras con Bimbo. Y Arturo Navas, de Yatecomeré, decidió ser él que llevara a los juzgados a Yatekomo, de Gallina Blanca. La lucha fue desigual en todos los casos, pero en dos de ellos se cumplió eso de que, a veces, David puede ser más fuerte que Goliat.

A Carlos Rey ni se le pasó por la cabeza que ponerle el nombre de su abuela a su vino pudiera despertar las iras de Codorníu. La señora se llamaba María Anadigna y él quiso hacerle su pequeño homenaje. Pero para el grupo catalán este nombre entraba en conflicto con su Anna de Codorníu. Así lo estimó también la oficina de patentes y marcas, que tuvo en cuenta el recurso presentado por el gigante vitícola e impidió a Rey registrar su producto en el mercado. Empezó entonces un largo proceso que tuvo, como primera consecuencia, la de obligarle a cambiar todo el embalaje y el etiquetado de sus botellas. Eso a una bodega pequeña, que acababa de nacer. Pero Carlos decidió ser valiente y acudir al juzgado. El primero en darle la razón fue el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. La sala tuvo en cuenta el hecho de que el vino llevara el nombre de su abuela, «lo que en principio aleja toda idea maliciosa de aprovecharse de cualquier nombre comercial o marca», reza la sentencia. Tampoco Codorníu se rindió y recurrió al Supremo, pero su recurso ya no fue admitido y el vino de Carlos, por fin, llegará a los mercados como Anadigna.

Menos suerte tuvieron en Bembó. En esta tienda gourmet y ecológica de Vilagarcía se encontraron un día con que Bimbo les impedía registrar el nombre que habían elegido para su comercio y para fabricar, en un futuro, productos de panadería y pastelería. Y eso justo cuando acababan de abrir sus puertas. Tuvieron que paralizar los toldos, los uniformes... todo lo que estaban haciendo. Perdieron la batalla. «Podemos manter o nome da tenda, pero sen opción de fabricar en panadería e pastelería», explica Vanesa Feixó.

El último caso vivido por una empresa arousana fue el de Yatecomeré. Fue la empresa arousana la que decidió recurrir a los juzgados después de que un gigante como Gallina Blanca le pusiera Yatekomo a un plato de fideos. La confusión entre ambas marcas era más que evidente, justifica Arturo Navas, propietario de la marca. Esta misma semana consiguió que el Tribunal General Europeo le diera la razón y demostrara que David sí puede dar batalla a Goliat y salir victorioso de todo el proceso.

«Que nos vincularan con un producto de esa calidad nos perjudicaba y mucho»

Arturo Navas no se lo podía creer cuando vio que Gallina Blanca elegía el nombre Yatekomo para sus fideos japoneses. Él lleva años peleando en los mercados para dar a conocer su Yatecomeré, un concepto nuevo de empresa que se dedica a la comida precocinada de alta calidad, con recetas de fusión de diferentes países. «Somos una empresa multiproducto que actuamos como un restaurante. Que nos vincularan con un producto de esa calidad nos perjudicaba y mucho», asegura Navas. Por eso no dudó en pelear en el tribunal europeo. «Quería que nos dieran la razón. La confusión que se generaba era mucha», concluye.

 

«Hai empresas que se pensan que por ser grandes poden pisar a quen queiran»

Bembó no consiguió ganarle su pelea a otro gigante de la alimentación, Bimbo. En esta pequeña tienda gourmet de Vilagarcía no se lo creían cuando un día se encontraron con una denuncia de la multinacional. «O dosier parecía o libro grande de Petete, expoñendo todos os casos que gañaron e dándonos a entender que non tiñamos nada que facer», cuenta Vanesa Feixó, su propietaria. Ella no consiguió vencer y solo puede usar Bembó para darle nombre a su tienda, no para fabricar productos de panadería, como quería. «Pero eu alégrome de que outras como Yatecomeré gañaran. Hai empresas que se pensan que por ser grandes poden pisar a quen queiran», argumenta.

 

«Debería pedir daños y perjuicios a Codorníu, pero son difíciles de valorar»

Hasta el Supremo ha tenido que llegar Carlos Rey Lustres para poder ponerle a su vino el nombre de su abuela, Anadigna. A mayores de tener que verse las caras en un juzgado con una multinacional del tamaño de Codorníu, este bodeguero tuvo «que cambiar todas las etiquetas y todo el embalaje», cuenta. El proceso tuvo «un coste en dinero y en tiempo muy alto, pero si crees que tienes la razón tienes que ir a por ellos», asegura. Podría seguir adelante. «Debería pedir daños y perjuicios, pero son difíciles de valorar», argumenta. Se conforma con haber salido victorioso del proceso. Su cosecha del 2018 será la primera que salga al mercado con el nombre que él quería, Anadigna.