«En una orquesta vas a la velocidad de la luz, es pura exigencia»

María Meizoso AS PONTES / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

La cantante Natalia Méndez se baja de los escenarios para afrontar una nueva vida como maestra

17 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras pasar media vida subida a los escenarios, Natalia Méndez afronta una nueva etapa profesional. A punto de cumplir los 35, la excantante de la orquesta Panorama acaba de decir adiós a casi dos décadas dedicadas a la música. La pontesa abre ahora la puerta de su otra pasión: la de la docencia. Un nuevo reto que prepara desde Vilagarcía, su epicentro desde hace años. «Aquí me adapté a la perfección, desde el principio me acogieron genial».

-Decide retirarse, tras haber llegado a la cima. ¿Por qué?

-Sabía que tenía por delante unos buenos años de oposiciones y, en ese aspecto, en la música perdía la oportunidad de prepararme bien. Yo empecé en esto acabando el bachillerato y, trabajando, estudié Magisterio. Aprobé las oposiciones y quedé en las listas, pero no tenía el tiempo necesario para afrontarlas con todas las garantías. Además, necesitaba tener tiempo para disfrutar de mi gente sin prisas.

-¿Cómo es la vida de una cantante de orquesta?

-Cuando comienzan con los ensayos la dedicación es total. Todos los días, todo el día. Preparar un espectáculo de ese calibre no incluye solo ensayos, sino también ir a modista, preparar coreografías... Son muchas cosas. Vas a la velocidad de la luz, es pura exigencia. De julio a octubre es de actuaciones casi todos los días.

-¿Esa exigencia está entre lo que menos echará de menos?

-Ahora mismo no sé ni cómo es una vida diferente. No sé lo que es disfrutar de un verano, por ejemplo. El hecho de pensar en vacaciones en esos meses para mí es impensable. Desde los 18 años no sé lo que es un verano, pero tampoco una fiesta de la Fraga, ni un San Juan...

-Dígame cuál es la cara A y la cara B de una vida sobre el escenario.

-Lo mejor es lo que aprendes a nivel profesional, ganas en experiencias y conoces a gente maravillosa. Pero es verdad que te pierdes un montón de cosas, sacrificas mucho.

-Además, sus años en la Panorama coincidieron con la mayor proyección exterior de la orquesta.

-Así es, fueron años de una gran promoción por toda España. Se está trabajando un montón fuera de Galicia y con un gran éxito. Son fiestas de miles de personas.

-¿Una se acostumbra a estar, por ejemplo, ante 20.000 personas?

-Realmente no eres consciente de que te está viendo tanta gente. Para mí lo mejor es trabajar en equipo, no me vería como solista. Me gusta sentirme arropada y compartir momentos. Los nervios siempre están, pero aún más la emoción. Por ejemplo, en esta temporada, no olvidaré mi último pase en As Pontes porque, aunque no lo había anunciado, yo sabía que era el último. Me gustaría poder guardar todos los grandes momentos que he vivido en un bote y poder sacarlos cuando quisiera.

-¿Cuáles metería?

-La oportunidad de conocer a artistas como Luis Fonsi. Fue un sueño. También la experiencia del musical de Panorama porque ahí mezclo mis dos pasiones: la música y los niños. Pero sobre todo los momentos que viví en As Pontes, todos fueron especiales. Recuerdo mi primera vez con Filadelfia, hace unos 12 años, a punto de empezar levantándose la cortina y la gente gritando mi nombre. Nunca lo olvidaré.

-Al poner el punto y final, uno acostumbra a pensar en sus inicios. ¿Cuáles fueron los suyos?

-Siempre he cantado, desde la guardería. Mi madre dice que llegaba a casa y que si sabía una canción la cantaba todo el día. Luego, al hacerme más mayor, recuerdo que ya me encerraba en la habitación a cantar, me daba vergüenza. Cuando cumplí los 18 vi un anuncio de una orquesta de Ferrol que buscaba cantante. Me fui sola n bus. Me hicieron una prueba y me cogieron. Ese fue el principio.

-Otra pontesa, Sabela, se coló este año en la final de Operación Triunfo. ¿Le queda esa espinita?

-Nunca me lo he planteado, pero siempre ha habido gente que me ha animado. En el pasado no hubiera tenido la madurez para hacerlo, pero ahora nunca se sabe.