Una fábrica gallega emplea en la India a mujeres desfavorecidas

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

AROUSA

MARUXA ALFONSO

La iniciativa parte de una joven diseñadora de ropa de O Grove

23 jul 2018 . Actualizado a las 11:21 h.

Sara Fontenla, una grovense de 26 años de edad, tenía claro que sus estudios de diseño de moda, que realizó en Barcelona, no eran suficientes para ponerse a trabajar. Así que un día decidió vender todas sus pertenencias y embarcarse en una aventura que le ha permitido aprender a tejer y a coger flor de algodón en Indonesia, o conocer los sistemas de tintes naturales que utilizan en Tailandia. Fue en la India donde «tuve la impresión de encontrarme en casa», relata. Y allí se estableció con un objetivo: abrir un día su propia fábrica de ropa. Lo ha conseguido. En su taller trabajan tres mujeres que han encontrado una segunda oportunidad en el trabajo que ella les ha ofrecido. Sus diseños estarán pronto disponibles a través de Internet.

Nefelibata, que viene del griego y quiere decir el que camina por las nubes, es la marca que ha elegido esta grovense para presentar sus diseños. «Todas las prendas están elaboradas con saris bordados a mano. Los forros son de seda teñida», cuenta mientras nos muestra una colección de kimonos, vestidos y hasta pantalones cortos de llamativos colores. Por ahora, estos solo se pueden encontrar en la tienda que su madre tiene en la calle Castelao de O Grove, pero está ya poniendo en marcha www.nefelibata-store.com, donde quiere comercializar su colección.

Poner en marcha su propia factoría no fue tarea sencilla. Sara lleva tres años trabajando en la India, en diferentes fábricas en las que solo había hombres. «Allí hacía mis patrones y les daba indicaciones de cómo quería mis diseños», relata. Reconoce que desde que llegó al país tenía en mente establecer su propio taller. Este año decidió dar el paso, «y fue todo muy rápido. Allí la gente sale a la calle y habla de lo que necesita. En cinco días ya tenía todo: el sitio, las máquinas de coser y las mujeres», explica. Ninguna de sus empleadas es experta en la costura. Sara ha querido aprovechar este proyecto «para aportar algo al mundo». Así que escogió a tres mujeres divorciadas y con hijos a su cargo, que han encontrado en este empleo una nueva oportunidad. «Son muy espabiladas y están muy contentas, le ponen mucho entusiasmo y a mí eso me motiva», sostiene. Ella les está enseñando el oficio, «es un aprendizaje por parte de todas», añade.

Tras dos meses de trabajo, Sara ha regresado a Galicia con una colección de treinta piezas. «Ninguna es igual a la otra, son todas diferentes y exclusivas. Me gusta mucho la seda y todo está bordado a mano. Son prendas vaporosas de colores pastel, granates oscuros, rojos... Me gusta la combinación de colores fuertes, que da un poco de vida», añade. Su idea ahora es dar a conocer su marca y poder vender su colección en todo el mundo, a través de su web y de las redes sociales.

Pero este proyecto no impedirá que Sara siga viajando. En los últimos tres años se ha recorrido medio mundo, vendiendo artesanía que ella misma elaboraba. Tiene un sinfín de historias y de anécdotas y muchos consejos para quien esté pensando en plantar todo y macharse. «Lo único que frena a la gente es el miedo. Pero una vez que sales no existe el miedo porque la realidad que te encuentra es diferente a la que te pintan. Tienes muchas herramientas para solucionar los problemas y nunca estás solo», asegura. Ella ha encontrado a su otra familia en la India. Nefelibata es la marca bajo la que se comercializará la colección elaborada en esta factoría