El Liceo Casino decide prolongar su agonía hasta el viernes, 13 de julio

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Los socios quieren más tiempo e información antes de decidir si liquidan la sociedad

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Esto es prolongar la agonía», soltó uno de los socios al levantarse cuando la asamblea extraordinaria del Liceo Casino se dio por finalizada. Y, efectivamente, la agonía se prolongará un mes más. Al menos hasta el viernes 13 de julio, que es cuando se ha convocado la próxima reunión para decidir el futuro de la centenaria sociedad.

La de ayer parecía que podía ser la cita definitiva, y así lo entendieron los socios del Liceo Casino, que acudieron en un número superior al habitual a la convocatoria. Una treintena de asistentes de los que, en teoría, debería salir una comisión liquidadora para dirigir los últimos días de la sociedad. No apareció tal comisión porque los socios reclamaron más tiempo, y sobre todo más información, antes de tomar una decisión definitiva.

Antonio Castro y Darío Tiago, presidente y secretario -en funciones ambos tras sus respectivas dimisiones- fueron quienes se encargaron de dirigir la asamblea en un ambiente tenso. Hasta en dos ocasiones preguntaron los socios si el secretario era abonado y luego se produjo una anécdota muy significativa. El acta de la asamblea anterior no fue aprobada. Solo votó uno de los presentes y lo hizo en contra.

Tocó después explicar cuál era la hoja de ruta si no aparecía alguien que asumiera la presidencia -evidentemente no hubo ninguna candidatura- y que deriva en la creación de una comisión liquidadora -con presidente, secretario y tesorero- que se encargará de inscribir la disolución y saldar las cuentas.

Nadie quiso dar el paso al frente y surgieron más tarde voces pidieron más información antes de tomar una decisión de ese calado. La deuda total, según apuntó Antonio Castro, es de 506.000 euros y las cuentas están en manos de un administrador judicial. Su ausencia en la cita de ayer fue una de los motivos por el que los socios decidieron volver a citarse dentro de un mes. «Le dije que viniera, pero no puedo ponerle una pistola en el pecho», afirmó el presidente, que se comprometió a acudir al Juzgado para pedir que acuda a la cita del 13 de julio. «No tenemos los datos suficientes para poder opinar. Queremos que nos diga exactamente cómo está», se apuntaba desde las sillas de los socios.

El inventario del patrimonio

El último punto caliente fue el patrimonio del Club de Mar. También se le reclamó al presidente que para la próxima cita los socios puedan disponer de él. Y llegaron preguntas concretas sobre barcos, piraguas y vehículos. Castro explicó que se había firmado un convenio con el Depornautic para la cesión de parte del material, otra parte se ha vendido, alguno se ha utilizado para pagar deudas con el personal del club y los coches han sido embargados por la Seguridad Social. Toda una serie de varapalos que no permiten ver con demasiado optimismo el futuro de la centenaria sociedad, pese a que quienes ayer asistieron a la cita creen que todavía puede haber un resquicio y de ahí que hayan decidido darse el plazo de un mes antes de tomar la decisión definitiva. Eso sí, quieren tener toda la información por lo menos diez días antes de la próxima cita.

Acudieron una treintena de socios. Solo uno votó, y en contra, la aprobación del acta anterior

La ruta de tropiezo en tropiezo hasta la caída final de una sociedad centenaria

Una última bala, con capital asiático, fue el estertor del Liceo Casino. Los inversores interesados se harían con la propiedad y cederían la gestión de las instalaciones a la sociedad. No se gestó, evidentemente, por la marcha de una de los impulsores del proyecto. En realidad, la trayectoria última de la centenaria entidad está repleta de marchas abruptas que la han llevado a su desaparición. La marcha más importante, evidentemente, ha sido la de sus socios, que han huido en tropel en la última década.

Arrancaba este siglo con la fusión entre el Liceo y el Casino. Un ambicioso proyecto que debería servir como salvavidas para las dos sociedades. Una de ellas, la instalada en la rúa Castelao, ya se tambaleaba: la de Xoán XXIII daba también síntomas de flaqueza, pero aguantaba el tirón a lomos de su importante actividad deportiva. Era su motor, un motor que gripó cuando se decidió un traslado que nunca se completó.

La venta de la sede, donde se asentaba también el pabellón de deportes, hizo que el Liceo se desviara de lo que lo mantenía con vida y derivó en toda una serie de circunstancias extrañas, que dejan en anécdota la aparición de última hora de los inversores asiáticos. En la última etapa del Liceo Casino todo era posible, desde que un presidente tuviera que dimitir tras meter la mano en el cazo hasta que a alguien se le ocurriera construir la sede justo por donde iba a pasar el tren, que ya es casualidad. A partir de ahí todo han sido castillos en el aire y números rojos que no han dejado de crecer hasta acabar con la deriva actual