Cómo ganar 4,7 millones de euros y pasar desapercibido

Serxio González Souto
SERXIO GONZÁLEZ VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La identidad del único acertante de la fabulosa bonoloto del jueves continúa siendo un misterio en Vilagarcía

09 jun 2018 . Actualizado a las 11:41 h.

Cuando el 22 de diciembre de 1998 cayó sobre Vilagarcía un diluvio de millones a cuenta de la Lotería de Navidad, los primeros en llegar al bar Alegría, uno de los epicentros de la fenomenal parranda que se corrió aquel día, fueron unos tipos trajeados que conducían tremendos cochazos. El olfato del personal de las sucursales bancarias -por supuesto, eran ellos- igualaba el del sabueso más hocicudo, tal vez solo superado por el de los viejos narcos de la ría y sus ansias por comprar décimos premiados con los que calear sus fortunas. «Aquello era vida, te ofrecíamos el BMW que siempre habías querido y las vacaciones con las que ni siquiera te atrevías a soñar; hoy te daríamos una palmadita en la espalda, como mucho una botella de whisky, y a correr».

El comentario parte de un veterano empleado de banca, que apura su vino en la taberna mientras tuerce el gesto rememorando los buenos tiempos, que en su caída parecen haber arrastrado la legendaria pericia de esta gente a la hora de detectar nuevos millonarios. Ayer, la identidad del único acertante de la bonoloto del jueves, alguien que ha ganado 4,7 millones de euros, constituía el misterio favorito en las conversaciones de los vilagarcianos, junto a las fabulaciones sobre lo que uno podría hacer con semejante cantidad de dinero.

Rocío Cores gestiona la administración de lotería en la que el jugador sin rostro selló su boleto, apenas un par de apuestas simples. Enclavado en A Baldosa, el establecimiento recuerda en su nombre, Xesteira, al mítico bar que durante décadas regentó aquí al lado el padre de Rocío. «No tengo ni idea de quién puede ser, ni por aquí ha venido nadie ni, la verdad, creo que lo haga, porque es demasiado dinero», razona la lotera, que reflexiona sobre la enormidad de las cifras de las que estamos hablando: «Aquí, en tres años seguidos entregamos tres premios, cada uno de medio millón de euros, y, oye, al lado de estos 4,7 millones parecen una minucia, ¿verdad?». Bendita nadería. Quién no se contentaría con sus sobras.