Las empresas de Sito Miñanco carecían de actividad comercial

serxio gonzález / j. romero VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Sede de la inmobiliaria San Saturnino en Cambados, que gestionaba las propiedades de la red de Sito Miñanco
Sede de la inmobiliaria San Saturnino en Cambados, que gestionaba las propiedades de la red de Sito Miñanco MONICA IRAGO

La última operación legal de su inmobiliaria se remonta al 2007

23 abr 2018 . Actualizado a las 13:11 h.

Sito Miñanco, el hombre capaz de multiplicar por diez cada euro que invertía en cocaína sudamericana, tenía a su disposición una red de empresas que, pese a carecer prácticamente de actividad comercial legal, le proporcionaban un eficaz engranaje de tapaderas entrecruzadas. Esta es la conclusión que formula el sumario de la operación Mito, que el 5 de febrero precipitó la caída del legendario narcotraficante cambadés y de toda su organización, considerada como la más activa y poderosa de Europa.

Dentro de este entramado de muñecas rusas, dos empresas concentraban, según los investigadores, una importancia crucial para José Ramón Prado Bugallo (Cambados, 1955). La inmobiliaria San Saturnino, con domicilio en su villa natal, fue constituida por Miñanco en 1991, poco antes de que todo se fuese al garete por primera vez. Los papeles sitúan al frente del negocio a la exmujer del narco, María Rosa Pouso Navazas, y a una de sus hijas, Rosa María Prado Pouso, lo que les ha valido a los tres, y a un puñado de sus allegados, un proceso por blanqueo todavía abierto, que podría echarles encima seis años de cárcel y una multa de diez millones de euros.

La última operación que cerró la inmobiliaria se remonta al 2007. Lo que no quiere decir que en el interior de sus oficinas reinase el ocio. Todo lo contrario. «Se dedica a gestionar el numeroso patrimonio inmobiliario que ostenta [el grupo de Sito] », sostiene el sumario. Por ejemplo, varios inmuebles que la organización de Miñanco empleaba para sus cosas, la vivienda de Montalvo (Sanxenxo) en la que Prado Bugallo residía cuando viajaba a Galicia en régimen de semilibertad, y, sobre todo, O Facho, su astillero fetiche a orillas de la ría, un verdadero símbolo.

Las piezas comienzan a encajar. San Saturnino es la propietaria de la nave en la que funciona el astillero. Su objeto social es la construcción, reparación y comercialización de toda clase de embarcaciones,. En él se lleva a cabo una actividad aparentemente real de venta y construcción. De hecho, la empresa cuenta con una plantilla numerosa. Sin embargo, «se ha podido comprobar, gracias a las conversaciones telefónicas y a la información notarial, que su actividad lícita es casi nula, constatando la venta de solo cuatro embarcaciones desde el 2012 al 2016». El sumario deduce que ese trabajo fantasma justifica ingresos de dinero de procedencia ilícita gracias a contratos falsos tras los que solo hay humo. Tapadera y blanqueo puro y duro que, entre otras cuestiones, «justifica ingresos a la inmobiliaria, dirigidos hacia su exmujer».

Para el papeleo, el clan de Bugallo poseía la empresa de alquiler de vehículos Vicmar S. L., ubicada en Algeciras. A los mandos del tinglado, la actual pareja estable del capo, Claudia Viviana Delgado. Ella misma reconoce en las escuchas que lo único que hacía era manipular datos y elaborar facturas y contratos ficticios. El tenderete se complementa con el concesionario Mercedes Costa Sol, de Málaga, dirigido por Bruno Casado Rojas, que también proporciona a la organización vehículos, humo y nuevas oportunidades de blanqueo.

Pero es necesario volver a O Facho, que controla Ramiro Sotelo Costa, hombre de plena confianza del cambadés. El astillero es el corazón de la estructura, su piedra angular. «Sirve para tener acceso directo al mar, su ubicación aporta un lugar privilegiado a la organización, lo que le permite sacar y reintroducir las embarcaciones utilizadas para el transporte de sustancia estupefaciente». La firma, creada en 1995, es algo más, un espacio de reunión donde los miembros de la red se ven cara a cara. Otra vez ese aroma de vieja escuela que Sito Miñanco siempre ha respirado.