Objetivo: ir a la consulta del médico sin miedo a las barreras arquitectónicas

Rosa Estévez
r. estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Los ambulatorios más pequeños son, paradójicamente, los que parecen estar más adaptados para todo tipo de usuarios

17 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la comarca de O Salnés, la salud es un tema candente. El plan de la Xunta para eliminar el área sanitaria ha puesto en pie de guerra a los vecinos de los ayuntamientos afectados, que el pasado 29 de septiembre protagonizaron una multitudinaria manifestación en Vilagarcía. Quienes salieron a la calle a protestar reclamaban el mantenimiento de una estructura nacida para acercar la sanidad a los ciudadanos. A todos los ciudadanos. Y en ese sentido, resulta fundamental que los centros sanitarios sean espacios libres de esas barreras que impiden a los colectivos con diversidad funcional manejarse de forma autónoma. Hemos sometido a examen los centros de salud de la comarca de O Salnés y Baixo Ulla. Y se puede llegar a la conclusión de que, si de barreras físicas hablamos, estos edificios no están demasiado mal.

Baixo Ulla

Hay excepciones, claro. En el Baixo Ulla y en buena parte de las localidades pequeñas, los centros de salud o consultorios son edificios de una sola planta con accesos que, aunque mejorables en algunos casos, han sido diseñados pensando en todos. En el de Catoira encontramos a Carlos Grela y Antonio Conde, dos ancianos que esperan con paciencia que les llegue la hora de su consulta. «O edificio cómodo é, o malo é a demora», comenta el primero de ellos. Y luego matiza: «Pero que aguante así, que non vaia a menos, que tal como están as cousas...».

Son los centros de salud de las localidades más grandes los que presentan mayores problemas de accesibilidad física. Un caso paradigmático es el de A Illa, donde a la planta de consultas solo se puede acceder por unas escaleras. Es verdad que existe un elevador para sillas de ruedas y carritos infantiles, y que suele funcionar, pero a veces no es así, y eso provoca muchos trastornos. «Isto é ben precario. O outro día o elevador non ía e tivemos que esperar a que o técnico o arranxase», cuenta Marta Agra, que acude con frecuencia al centro de salud acompañando a su madre, una anciana en silla de ruedas.

La precariedad del centro de salud isleño es tan evidente que la Xunta ha aceptado abordar un proyecto de ampliación del mismo. Servirá, o al menos así se ha prometido, para eliminar las barreras físicas en un municipio que se caracteriza por su lucha constante por la inclusión. Para muestra, los pictogramas que pueblan las paredes.

La matrona, en el cuarto piso

Nuestra siguiente parada es en Vilanova. El centro de salud de esta localidad se eleva hasta cuatro plantas, siguiendo un diseño que se antoja ciertamente inadecuado para un centro sanitario. Tiene dos entradas, a diferentes alturas. Y hay un ascensor que «es raro que se estropee», según afirman los trabajadores del centro de salud vilanovés. Pero es solo uno, y no da abasto. Así que no es tan descabellado imaginarse a una embarazada subiendo, un pie tras otro, cuatro pisos para llegar a su consulta con la matrona.

Cuando los problemas se plantean mucho antes de llegar

Hay centros de salud que tienen su principal problema de accesibilidad fuera del propio edificio. Un ejemplo paradigmático de todo esto es el de O Grove, situado en lo más alto del casco urbano. Para llegar a él hay que subir una cuesta que deja sin aliento hasta al más pintado. Si se llega en coche, las zonas de aparcamiento son bastante limitadas. El edificio tampoco es un ejemplo de accesibilidad, pero por lo menos tiene ascensor. El centro de salud de San Roque tampoco está colocado en la mejor parte de la ciudad. Para llegar a él a pie desde el centro hay que transitar por unas aceras estrechas y altas. De zonas de estacionamiento tampoco va sobrado ese entorno. Por suerte para los cambadeses, su centro de salud está en pleno centro urbano. Pero necesita una buena reforma.