Los padres se rebelan contra los «infames» aseos que funcionan en el colegio de Carril
AROUSA
Se quejan del hedor de las tuberías, urinarios de pie en el baño de las niñas y el falso techo de un aula, que apenas sujeta la cinta aislante
24 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Corría septiembre del 2014 cuando el entonces conselleiro de Educación, Jesús Vázquez, visitaba el colegio Rosalía de Castro, en Carril. El mandatario autonómico se proponía inspeccionar la sustitución de la maltrecha cubierta del centro, que su departamento acababa de ejecutar en parte. Apenas media hora bastó para que el actual alcalde de Ourense comprobase en persona que la degradación de las vetustas instalaciones, construidas en 1971, iba mucho más allá de su techumbre. Carpintería de hierro oxidado, ventanas que filtraban ya no humedad, sino lluvia pura y dura, e infames baños cuarteleros con los que cada día tenían que vérselas niños de tres a doce años. Vázquez comprometió entonces las fases que fuesen necesarias para solucionar tan desastrosa situación. A juzgar por el resultado de la asamblea que los padres de los alumnos celebraron el viernes, las cosas no han cambiado demasiado en la escuela.
«Lo que los padres reclamamos es que se cambien de una vez estos baños infames, que llevan cuarenta años así», explican los portavoces de la asociación de madres y padres de alumnos (AMPA) del centro carrilexo. No es de extrañar. Para pasmo de cualquiera, en el aseo de las niñas funcionan urinarios de pie que, obviamente, malamente pueden utilizar ellas. Eso sí, es fácil que las más pequeñas toquen las piezas de loza, que nadie se ha molestado en cambiar desde los años 70. Algo así como el epítome de lo antihigiénico.
No acaba ahí la cosa. Según la AMPA, los niños de Infantil, y hablamos de críos de tres a cinco años, deben hacer sus necesidades en váteres grandes, ideados para adultos, cuyas tapas pasaron a mejor vida hace tiempo.
Por si este panorama no fuese suficiente, la comunidad escolar denuncia el deterioro del falso techo en todo el edificio. «El curso pasado cayó un trozo bastante grande de un aula encima de unas niñas; desde entonces está sujeto con cinta aislante y se abolla hacia abajo con la humedad». La carpintería tampoco se ha sustituido: «Es cierto que cambiaron la cubierta. Y colocaron rampas para cumplir con las normas de accesibilidad, pero lo hicieron este año y con las ventanas así no hay forma de parar el frío y la humedad». Las tuberías, añade la AMPA, hacen ruido y huelen a demonios: «Los niños se quejan hasta de los lavabos». Las unitarias de Bamio y Guillán, añade el colectivo, sufren una situación parecida ante la que su paciencia se ha agotado.