Un embajador gallego para el sector de la mar

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

Santiago Ferrero

Coordina desde la sede canaria un ambicioso programa de embarque de estudiantes y futuros marinos

12 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Manuel Padrón Santiago (Marín, 54 años) es un apasionado del mundo de la mar, «siempre la mar», matiza, porque «los marinos decimos la mar, es un nombre femenino, es como nuestra madre». En él se fusionan dos tareas complejas. Es a la vez capitán marítimo de Tenerife, lo que le da responsabilidad sobre asuntos marinos en cuatro islas -Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro- y, desde el 2015 embajador marítimo de la Organización Marítima Internacional, un organismo que depende de la ONU. A su tierra natal, Galicia, y concretamente a Marín, la tiene siempre presente. En esta ría están sus raíces y su familia y aquí es dónde ya de pequeñito se le inculcó el deseo de navegar.

La vinculación de Antonio Manuel Padrón con el mar fluye, por así decirlo, por sus venas. Lo lleva en la sangre. Recuerda que se refleja incluso en el propio emblema latino del escudo del Concello de Marín, que reza «nuestra fortuna en la mar». Su bisabuelo, Manuel Santiago, de Cantodarea, fue uno de los primeros patrones de costa de Marín. Sus abuelos Manuel Santiago y Antonio Padrón Meaños trabajaron también en la pesca. Su padre, Antonio Padrón Recio, fue marino de guerra. «Tengo tíos que trabajan en la pesca y en la marina mercante», recalca.

Nacido en Marín, donde vivió sus primeros años, Padrón pasó su juventud en Cádiz, donde destinaron a su padre. «No viví mucho en Galicia, pero aunque me fui a los cinco años, tengo recuerdos de infancia con la ría enfrente, y de la fiesta de san Benitiño de Lérez, que me llevaban en un bote de remos», rememora.

La mar siempre presente. Siempre ahí, llamándole como aquellas sirenas de la Odisea, aunque en vez de engañarlo como aquellos seres míticos a Ulises, las olas lo empujaron a una actividad de la que disfruta plenamente en cada una de sus etapas vitales. «Esta profesión es de mucha vocación, eso es fundamental», resalta.

Apoyo a los estudiantes

Marino mercante, capitán marítimo, embajador de la OMI. Cada país hace una propuesta de nominación de sus embajadores ante este organismo internacional. Cuando se lo plantearon, aceptó encantado. Sin embargo, explica que es un cometido de responsabilidad. «Un embajador marítimo tiene una misión concreta: difundir entre los más jóvenes el deseo de cursar estudios de una carrera marítima, como navegante o en el sector mercante, portuario o pesquero».

Padrón solo encuentra ventajas profesionales en este ámbito. Se nota que pone pasión en sus palabras. Se explica como uno que sabe lo que habla y por qué. «Un crucero es como una pequeña ciudad. La persona que se mete en este sector tiene las ventajas de que todo está reglado a nivel internacional y las expectativas laborales son muchísimas», sostiene.

En su agenda, además de las responsabilidades de la Capitanía Marítima de una provincia insular, también se suman las visitas a centros educativos, charlas, reuniones, conferencias, visitas institucionales. La actividad que despliega no se ciñe solo a las Canarias. También acude a todos los foros que puede para, de esta forma, transmitir su mensaje de la forma más adecuada y efectiva posible, desde Tenerife a Vigo.

Su última aventura es la creación de una bolsa de embarque para alumnos de náutica. Las prácticas son imprescindibles para acceder a las titulaciones pero no es tan fácil conseguir una plaza en un barco. Ahí es donde Padrón interviene y puntualiza que desde que ha logrado en los últimos años embarcar a 64 estudiantes de este sector. Colaboran empresas navieras internacionales, firmas españolas y extranjeras.

Tiene una lista con más de 350 jóvenes que le han pedido ayuda para conseguir el ansiado embarque de prácticas. «Todos los días recibo una petición», indica. Y él hace lo que puede. Recibe solicitudes de los lugares más lejanos, desde Panamá, Honduras y Colombia. Hace lo que puede. «A un alumno no se le puede decir que no», afirma, y ya estrecha relaciones con otros embajadores marítimos para hacer realidad este sueño: que la mar esté al alcance de todos los navegantes.