Recorriendo Islandia en monopatín y en directo

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

Ramón Leiro

Un equipo de rodaje visitará la isla durante trece días y lo narrará en directo. La protagonista es una «skater»

04 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Se siente vasca y tiene un marcado acento canario que la delata. Aunque, en realidad, nació en Valladolid. A uno le entran dudas de si los primeros años de la vida de Sara de Santos fueron los que marcaron su carácter vivo, o si fue al revés. El caso es que ninguna de sus primeras mudanzas fue elección suya. Tampoco nacer en Valladolid, el único sitio sin mar en el que ha vivido y del que, tal vez por ello, no se siente. Sus padres cambiaron de ciudad cuando ella contaba con apenas dos años. A Bilbao. Y de allí sí que se siente ahora, con 24. Y matiza «del norte, de todo el norte de España porque, de hecho, cuando me mudé no elegí volver al País Vasco, y podría haberlo hecho, sino a Galicia».

Es aquí, en Pontevedra, donde reside ahora. Pero vayamos por partes, porque antes de llegar a territorio gallego pasó por otro destino que le cambió la vida. Completa y definitivamente, incluso aunque el futuro dé un nuevo giro que la lleve por otros derroteros. Fue en Tenerife, adonde se mudó con 19 años, donde descubrió la que fue su gran pasión, el surf. Y fue, como ocurre tantas veces en la historia de la humanidad, por «un noviete. Era profesor de surf, y me dijo que probara. Desde el primer momento me encantó», recuerda.

¿Qué fue exactamente lo que le cautivó de coger olas? Todo, pero sobre todo la sensación de libertad y el contacto con el agua y con la naturaleza en general. Así que hace tres años comenzó a practicarlo diariamente ante la mirada orgullosa de su pareja de entonces. «Me decía que mejoraba muy deprisa». Tanto, que en solo tres años se ha hecho casi indispensable en su vida. Y tanto que fue lo que la lanzó directamente a los brazos del monopatín. Un día, cerca de la playa, hace un par de años, vio a un grupo de jóvenes que estaban practicando una modalidad de la que no había oído hablar: el surf-skate. Enseguida se dio cuenta de que era la fórmula perfecta para entrenar aquellos días que el mar no estuviera como para arrojarse a él, porque se trata de un deporte que imita los movimientos que se hacen al surfear o girar las olas. Y así, poco a poco, día a día, fue «enganchándose» hasta el punto de que en el último año le ha absorbido casi todo su tiempo libre. Más que el surf.

Ahora Sara lleva ocho meses en Pontevedra. La trajo hasta aquí una oferta de trabajo en una tienda especializada. Cuando vino no sabía que la ciudad le iba a gustar tanto. Defectos tiene, claro. Básicamente uno: es una de las pocas de toda la comunidad que carece de pista de half o de bowl. Pero el resto es perfecto para el monopatín. E, incluso, ha descubierto, para conocer gente interesante que propone proyectos tan locos y atractivos como grabar una especie de road movie en Islandia. El loco se llama Roi F. Carvajal y el proyecto, Islands and Roll. Y este piloto, Iceland. Sara es la protagonista y, aunque ahora quiere practicar todos los días con su skate, no puede. Le han pedido que no lo haga, porque es un deporte que sortea cada ocasión muchas probabilidades de sufrir lesiones, y ahora el objetivo es llegar sana y salva al 13 de mayo.

Del 13 al 25 de mayo

Es la fecha de inicio del rodaje del metadocumental que han puesto en marcha su productor, el propio Roi; la directora, también pontevedresa, Silvia Cachafeiro; el director de fotografía, el catalán Roger Corredera; el responsable de foto fija, el vigués Andoni Bas, y la directora de arte, la mosense Cristina Rodest.

Durante trece días todo el equipo recorrerá la circunvalación del país nórdico en una autocaravana en la que a ratos irá la joven vasca (así se considera ella, y ya se sabe que los vascos nacen donde quieren) y a ratos solo los profesionales del audiovisual, todos ellos formados en la ESCAC y la Bandé Apart de Barcelona. Aunque la idea inicial era que se valiese solo de su skate, más tarde se dieron cuenta de que se trataba de un recurso poco dinámico y cinematográfico. De modo que pasaron a un nuevo concepto: el metadocumental. Es decir, va a ser un documental sobre cómo se hace el documental. Así, los momentos de descanso en los que todo el equipo pare para comer, preparar el rodaje o disfrutar de algo de ocio también quedarán reflejados en los fotogramas. También la participación del público, que será constante y estará presente en todo momento.

No hace falta mucho: será posible vivir la aventura en director a través de las redes sociales y las distintas herramientas digitales -vídeos 360 o Facebook live- que emplearán para ir narrando cada jornada. Siguiendo una ruta alternativa que les ha ayudado a diseñar un gallego residente en el norte de Europa, irán parando en pequeños pueblos o destinos alternativos a los circuitos mayoritarios para descubrirlos con los ojos de la joven, que interactuará con sus habitantes.

«Una explosión de sensaciones». Esa es la idea final en la que, explica Carvajal, pretenden convertir el experimento. Que, por cierto, nació de su creciente curiosidad por un país tan avanzado, joven y mancomunado. Una locura.