«Prefiero tirar un penalti que pelar patatas»

Marina Santaló VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

El primer vilagarciano en marcar un gol en la Champions se ve más cómodo en el campo que en la cocina. Amante de los productos caseros y ecológicos, Dani Abalo vivió en Portugal, Bulgaria y Turquía en compañía de su novia, Irene López

26 jun 2016 . Actualizado a las 17:04 h.

«Con lo bien que cocina Irene...», afirma Dani Abalo mientras abre la nevera. Suena casi como una oferta para intercambiar los papeles y ser él quien saque a los perros pero, en esta ocasión, la cocina será toda suya. Las tareas se reparten. Pasan de las 13.30 horas y su novia de toda la vida tiene hambre. No tendrá que esperar demasiado, el futbolista ya ha puesto el agua a hervir. Ensalada de pasta escoge para la ocasión. «Es lo mejor para el verano, ya sea para comer en casa o bajar a la playa», indica mientras cuece la pasta y el único huevo que les queda en la nevera. Son caseros y el resto se los regalaron ayer a unos amigos. «Nos los da la familia de Irene, solemos usar productos de casa», explica. Este habito ha hecho mella en su sus papilas gustativas y, cuando ponen tierra de por medio, cambian estos alimentos por los ecológicos. El táper solo vale para las distancias cortas y Abalo sabe bien que las oportunidades rara vez aparecen a lado de casa.

A sus 28 años, este vilagarciano que se estrenó en primera división con el Celta, tiene mucho mundo a sus espaldas. Todo por perseguir un sueño; jugar el mayor número posible de minutos en una liga competitiva. Primero en Portugal. De allí, se mundo a Bulgaria y, después, a Turquía. La temporada la terminó en el Deportivo Alavés, que da ahora el salto a la primera división. Está a la espera de la llamada que pueda resolver su futuro. «No jugué tanto como pensaba y quedarme está complicado», lamenta mientras terminar de cortar el queso de cabra. Confiesa también que, de estos años fuera, no se trae ninguna receta. «No llegué a probar el kebab», relata. Tampoco tuvo que cocinar. Comía siempre en el club y cuando le tocaba invitar, apostaba por un clásico: la tortilla de patatas. «Me encanta pero prefiero tirar un penalti que pelar patatas», bromea. No es una decisión complicada. Aunque tiró pocos siempre salió mejor parado que en la demostración culinaria del plato español por excelencia. Además, reconoce que, para un futbolista hay pocos momentos que generan tanta adrenalina como tirar a puerta.

Un gol es, precisamente, uno de los momentos de su trayectoria profesional que guarda con más cariño. Fue en el estadio de Anfield, Liverpool, donde se convirtió en el primer vilagarciano en marcar en la Champions League. «Estaba mi familia viéndome», cuenta. Se movilizaron como parte de la peña celtista Dani Abalo, que preside su hermano David. Solo faltó Irene. «Los desplazamientos desde Bulgaria ascendían hasta los 1.000 euros», explica. Tras once años de noviazgo tienen planes de boda y una dura misión a la hora de elegir el menú. Por suerte para los invitados, no lo harán pesando en si mismos. «Ella no come carne y a mi no me gusta el marisco, sería una faena», dice entre risas.

Durante estos años de transeúnte, su novia ha sido la mejor compañía. Salvo en Sivas, la ciudad turca donde entrena el Sivasspor. «Llegó después del verano para evitar las altas temperaturas. Es una de la ciudades más religiosas y podía ser un problema en cuanto a vestuario», explica. A pesar de que la liga era mejor que la búlgara, no terminó de adaptarse y apostó por volver, aterrizando así en el Deportivo Alavés. Ahora le encantaría quedarse cerca. Sobre todo por Coti, Riha y Tina. Sus perros, sobre los que cae el nombre de algún conocido cantante. «Riha viene de Rihanna», explica. Su pasión por los perros traspasa fronteras. «En Bulgaria adoptamos tres o cuatro y llegamos a colocar a nueve, uno de ellos en Alemania. Dábamos de comer a otros cuantos», narra. Esta faceta pronto se hizo pública y, un día, se encontró con una caja llena de cachorros en el campo de entrenamiento. Guarda muy buenos recuerdos de esta etapa pero, sin ninguna duda, las mejores palabras las dedica a su paso por el Celta.

La comida ya está lista. Le echa el aliño; aceite, vinagre y sal del Himalaya. «Otras veces apuesto por mayonesa y la dejo en la nevera, fría sabe mucho mejor», indica. Tras este paréntesis continúa deshaciéndose en elogios al equipo del que se lleva amistades como Iago Aspas y Hugo Mayo. «Como aficionado estoy disfrutando muchísimo. Ojalá sigan así muchos años más», asegura.

Tiene tres perros, Coti, Riha y Tina, a los que «echa mucho de menos» cuando está fuera. Una pasión que traspasó fronteras y que llevó a que, en Bulgaria, le dejaran una caja con cachorros en el terreno de juego