Patrocinado porPatrocinado por

Con las manos en la masa y en la guitarra

Bea Costa
bea costa CAMBADOS / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Pablo Costa preparó un arroz con jibia que pescó él mismo.
Pablo Costa preparó un arroz con jibia que pescó él mismo. M. F.< / span>

Conocido desde hace años por su talento para las tartas, a los 52 Pablo Costa se descubre como músico y cantante

31 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Era mi sueño» y a los 52 años lo vio por fin hecho realidad. Siempre le gustó la música; siendo niño ya cantaba en el coro del colegio Salesianos y de vez en cuando le sacaba unos acordes a la guitarra que heredó de su hermano. Pero tuvo que ser su mujer, Deli, la que le diera el empujón definitivo. Hace un lustro le regaló un curso de guitarra y una guitarra nueva, y Pablo ya no la soltó. Desde hace seis meses forma dueto con Santi Martínez y está feliz. «El que toca bien de verdad es Santi, yo le acompaño y canto», cuenta Costa. «Pero él tiene una voz muy dulce que se adapta a todos los estilos, hay que oírlo», dice su entusiasta esposa.

Quizá ella no sea el jurado más objetivo pero el caso es que a Pablo le llueven las felicitaciones desde que se le ha dado por la música. Acostumbrados a verlo toda la vida con el delantal y las manos en la masa, nadie se esperaba que a estas alturas le saliera la vena artística. «Todo el mundo se sorprende». Y es que a Pablo se le conoce por la Pastelería Costa, la que primero fue de sus padres, José y Miluca, y que heredó él.

En el horno, tradición

Después de 34 años al pie del cañón se ha convertido en un repostero de primera que borda las tartas de almendra, aquellas que hicieron famosas sus mentores. Y es que, en Costa, vanguardia poca. «Los gustos no han cambiado, lo que es bueno siempre es bueno y nuestro producto es tradicional», explica. Pero su verdadera vocación era otra. «Gané un concurso en el Antonio Magariños con una redacción que se titulaba Quiero ser periodista. Siempre me gustó mucho redactar». La vida le llevó por otros derroteros, aunque, visto lo visto, quizá aún dé alguna sorpresa en este campo. De momento está volcado en su nueva criatura: Take it Easy. Sus otras aficiones, las motos y la pesca, las tiene un poco aparcadas. A los 16 años se compró una Vespino, y aunque menos de lo que quisiera, sigue fiel a sus tardes de asfalto subido a su Honda 650 de 28 años de antigüedad.

Le tira la carretera y le tira el mar. A los siete años pescó su primer lorcho con liña, y hasta hoy. Raro es el fin de semana que no sube a bordo de la lancha de su amigo para lanzar el anzuelo en las bateas de O Galiñeiro o cerca de O Areoso. Con el permiso de algún mar de fondo, Pablo identifica la pesca con relax y producto fresco en la nevera. Así que los domingos y lunes, en su casa ya se sabe cuál va ser el menú: pinto, fanecas, chopos..., y él en los fogones. «La cocina también me gusta», como queda acreditado con el guiso de jibia con arroz que preparó para la ocasión. Nuestro protagonista no tiene tiempo para aburrirse. A las seis y media de la mañana está ya en el horno preparando los cruasanes que después humearán en el escaparate de la rúa Hospital. Por la tardes, cuando el negocio se lo permite, cambia las confituras por la caña, la guitarra o la moto, que también le endulzan la vida.

Anteayer tocó en la fiesta de los 32 años de la discoteca Zao y el viernes lo hará en la plaza de Alfredo Brañas, con motivo del concierto de Entroido. «La música me encanta. Es un esfuerzo porque cuando tengo concierto acabo a las cuatro de la mañana. A veces es duro, pero compensa». Esos días, que además suelen coincidir con viernes y sábado -cuando hay más trabajo en la pastelería- a penas duerme un par de horas, pero tocar y cantar a Eagles, Los Secretos, Pink Floyd o La Unión le hace olvidar el sueño. Y va a por más.

Lo próximo, la rumba

«Ahora estamos preparando un repertorio de rumba, con temas de Ketama, Los Amaya y toda esta gente, que es música que anima mucho». Ya le hubiera gustado a su madre verle en estas salsas, cuenta Deli, y Pablo asiente. Le queda el consuelo de que en la familia tiene sus fans más incondicionales y el «apoyo» que necesita para cubrir sus ausencias en la pastelería cuando toca ensayo o actuación. No se acaba con él la saga. Su hijo Pablo va camino de ser un virtuoso del piano «y él con estudios, no como yo que soy autodidacta».