Booth «voló» en Fefiñáns y en la verbena asaltaron el escenario

b. c. CAMBADOS

AROUSA

James se mostró muy cercano a sus fans en el concierto.
James se mostró muy cercano a sus fans en el concierto. josé Estévez< / span>

Mario Vaquerizo revolucionó el Paseo da Calzada donde se tomó un vino antes del concierto

02 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El Albariño se puede vivir de dos formas: de día, tomándose una copa tranquilamente en A Calzada, comprando y curioseando en los puestos y atracciones y compartiendo mesa y mantel con invitados y familiares; y de noche, haciendo todo lo anterior, pero, además, yendo de concierto a la plaza de Fefiñáns y prolongando la fiesta hasta la madrugada en los pubs y bailando al son de la verbena o la discoteca ambulante de La Duendeneta. Y no falta quien le quita horas al sueño y, pese a trasnochar, no falla al chiquiteo del mediodía en los puestos o en los bares, enfundado con la camiseta de rigor y esos gorros, gafas y demás complementos que tan de moda se ponen entre los asiduos al Albariño. Son días propicios para reencuentros, para que los jóvenes desfasen más de lo habitual -con sexo en la vía pública incluido- y para que los quinceañeros se desquiten de los corsés horarios del resto del año y puedan llegar a casa pasadas las tres. Con el permiso del príncipe de los blancos, otro de los elementos que caracteriza a la Festa do Albariño es la oferta musical. De miércoles a domingo hay conciertos en la plaza de Fefiñáns, y este año también en Alfredo Brañas gracias a la iniciativa de los hosteleros. Frente al desenfreno de anoche de Mario Vaquerizo -que antes se dejó ver por los puestos de A Calzada y causó furor entre los presentes-, hoy toca una propuesta más sosegada: la de la Banda de Música de Castrelo. Y es que en el Albariño hay cartel para todos los gustos. Sés y Treixadura pusieron el acento gallego el miércoles y el jueves y el viernes los fans del indie gozaron en Fefiñáns con la música de James y los bailes de su vocalista, a veces electrizantes, a veces sinuosos cual anguila. Tim Booth se metió al público en el bolsillo, literalmente; volando, aupado entre los brazos de la gente que tarareaba temas como Born of frustration. «Es como si la Juventus viene a jugar a Burgáns», apuntaba un fan entusiasta. Y, por supuesto, hubo bis.

Mientras, abajo, en la Praza del Concello, seguían sonando las orquestas, aunque la verbena se desarrolló el viernes con algún apuro. Entrada la madrugada, algunas cabesiñas non paran, y la orquesta tuvo que interrumpir la actuación porque el personal asaltó literalmente el escenario para montarse la juerga por su cuenta. «Estamos traballando», clamó suplicante uno de los músicos. No todos están de fiesta.