«La verdad o la felicidad; nunca ambas»
Es un viejo debate. Ya lo planteó Baroja en El árbol de la ciencia. Y ayer salió también a la palestra en la ponencia del instituto de Carril: «La verdad o la felicidad, nunca ambas». Un concepto que da que pensar. Pero como ni Raúl Villamarín ni Juliana Dios ni los alumnos presentes en el aula de segundo de Bachillerato quisieron hacer caso de tan inquietante consejo, optaron por seguir conociendo la verdad; o lo que es lo mismo, seguir profundizando en las técnicas para detectar la mentira. Se trata de una ciencia que en otros países está más desarrollada que en España, pero que trabaja hasta con tres mil emociones humanas. Las universales, con todo, son siete: Asco, ira, miedo, desprecio, sorpresa, alegría y tristeza, y cada una de ellas puede ser detectada por la expresión de los ojos o de la boca, por la colocación de los hombres, los dedos...
La clase se completó con una serie de vídeos en los que se podía reconocer una serie de facetas que caracterizan a personajes públicos por sus gestos. A los chicos, quien les produjo más miedo fue Putin, por encima incluso de un grupo de terroristas. Se sorprendieron con la aparente inexpresividad de Obama, entrenado para ello, y de lo fácil que fue detectar las mentiras de Rajoy en una entrevista.