Ayer nevó en O Grove. Fue alrededor del mediodía y gracias a la inestimable colaboración de Protección Civil. También de Emgrobes, que es el principal instigador de esta falsa gran nevada que todos los 30 de diciembre cae sobre la plaza de O Corgo. Los principales beneficiarios fueron los más pequeños de la localidad. Ataviados con chubasqueros y botas, no dudaron en sumergirse en la marea blanca, como si de nieve de verdad se tratase. Se lo pasaron en grande. Y ni siquiera se inmutaron por el frío que hacía. Estaban muy ocupados jugando y disfrutando.
Al principio no parecía que la actividad fuera a tener mucho éxito. A las doce del mediodía apenas había un par de niños por O Corgo. Pero en cuanto Protección Civil hizo magia, y la espuma blanca llenó O Corgo, los pequeños empezaron a aparecer por todos lados. Sus madres se afanaban por ponerles gorros y bufandas, botas y chubasqueros. Pero lo cierto es que esta nieve, como la de verdad, moja. Y en cuestión de segundos los pequeños estaban completamente empapados. Pero no les importó. Se acercaban al cañón de espuma, para quedar completamente cubiertos de blanco. Se tiraban y rebozaban, como si de croquetas se tratase. Y se la lanzaban a sus compañeros de juegos.
Lo cierto es que hacía frío en O Grove, como en el resto de la comarca. Pero eso no fue impedimento para que pequeños y mayores se sumergiesen en ese blanco manto de espuma. El más joven de los presentes fue Erik, un niño con anorak azul que no le tuvo miedo a nada. Y mientras los infantes jugaban encantados, los mayores se afanaban en sacarles mil y una fotografías. «Ponte debajo del chorro», decía una madre. «Túmbate», aconsejaba otra. Pero ninguna se atrevió a meterse en el recinto nevado. Solo Mónica Novás, que colaboraba en la organización, se mojó los pies para hacerse una foto con el bombero.