Un balcón sobre la lonja de O Grove permitirá a los turistas ver la subasta

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

AROUSA

La subasta de la centolla es uno de los actos que más público y curiosos reúne en la lonja.
La subasta de la centolla es uno de los actos que más público y curiosos reúne en la lonja. mónica irago< / span>

La pasarela forma parte del proyecto de remodelación de esta instalación

19 dic 2014 . Actualizado a las 04:54 h.

El proyecto de remodelación de la lonja de O Grove ha comenzado a ejecutarse con mucha timidez: no es cuestión de molestar con ruidos y golpes en la mejor época de venta de mariscos y pescados. Los trabajos, por el momento, apenas se notan. Pero si se lleva a la práctica el proyecto diseñado sobre el papel, dentro de unos meses la de O Corgo será una lonja completamente distinta a la que ahora conocemos. La Xunta destinará 740.000 euros a financiar una remodelación que va mucho más allá de un simple lavado de cara.

Son muchos los cambios que le esperan al edificio. Quizás uno de los más importantes es la construcción de un balcón sobre la sala de subastas destinado a que turistas y curiosos en general sigan desde allí todo el proceso de primera venta de los pescados y mariscos que ofrece O Grove. A esa pasarela flotante se llegará a través de una entrada específica que se situará entre la sala de subasta de los bivalvos y la pescadería de la cofradía. Justo ahí se abrirá una puerta y se construirán unas escaleras que llevarán a los turistas hasta un recinto preparado para recibirlos. La obra reduce un poco el espacio del que disponen las mariscadoras para realizar la subasta de su producto. Pero bien vale la pena el esfuerzo si a cambio todos los profesionales que operan en la lonja se ven liberados de la tensión de convivir con las decenas de personas que quieren ver en vivo y en directo cómo funciona una lonja por dentro.

En una localidad turística como O Grove, la presión de los visitantes ha llegado a volverse insoportable para los profesionales del mar. Tanto es así, que hace unos años la cofradía llegó a plantear la posibilidad de cobrar una entrada a quienes quisiesen entrar en la lonja. Era un entrada «simbólica» con la que se pretendía, sobre todo, hacer entender a los visitantes que estaban en un lugar de trabajo en el que debían observar ciertas normas que no todo el mundo cumple.

Aquella propuesta naufragó, arrastrada por las protestas de hosteleros, restauradores y, en general, quienes viven de los visitantes. Pero el problema siguió ahí. Y parece que ahora, por fin, la solución está en camino.

Cuando los trabajos estén rematados, la lonja de O Grove será más ordenada. Pero no será ese el único cambio. Se modificará la cubierta para evitar que «siga a chover dentro», se panelarán todas las paredes para que la sala mantenga la temperatura, se cambiará toda la instalación eléctrica y se colocarán luces de bajo consumo, se cerrará la puerta que ahora comunica la sala de subastas con la plaza de abastos, y se habilitarán salas de decomiso y de uso veterinario.

Y para rematar, la estética. El exterior de la lonja será sometido al mismo canon de belleza que rige en el exterior de la plaza de abastos.